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Channel: TORNARUGBY
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Maoríes a la espera

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Se me antoja acongojada la espera de los Lions de esta añada. Aguardan los maoríes, folklore para el profano, danzas, ta moko y exotismo, todo mezclado con la manida haka, casi marca comercial. No para el expedicionario. Muro. Martillo. Marea. Negro todo. Dolor, más allá de la épica, si queda alguna en el mercado oval. Da igual, además, la alineación, siendo buena como es. No se espera de ellos más que una impugnación física, rigurosamente contundente, del Tratado de Waitangi, sin consideración por el resultado, siempre corto: 13 a 19 en 1930; 9 a 14 en 1950; 6 a 12 en 1959; 14 a 16 en 1966; 12 a 23 en el inapelable 1971; 19 a 22 en 1977; 20 a 24 en 1993. A veces van más allá. A veces abordan la fragata capitana de la flotilla de Cook, como en Hamilton, en 2005 (19 a 13, por fin) y entonces corremos serio riesgo de perder en un recoveco del espacio-tiempo, mientras alteran alguna onda gravitacional con el empuje brutal y unísono de su melé, la historia contemporánea de Aotearoa.

En España los hemos recibido un par de veces, y nuestro XV cosechó sendas derrotas: Madrid y Sevilla: 3 a 66 y 12 a 22. Los vi en el Central esa primera vez en 1982 y por televisión en la segunda ocasión, en 1988, aunque luego visitaron Alcobendas y allí confluyó el todo-Madrid-rugbístico. La historia ya ha sido contada, pero se resume en que los refuerzos angloescoceses (Ryan, Rowan, Tomes) no evitaron un resultado amplio (3-42) y en el poético intercambio de pareceres entre terceras de carácter: Malo y Shelford. Sin embargo, con toda la veneración que merece el delantero de Rotorua, tengo para mí que, aun batalla de Nantes mediante, comparte Shelford el título de duro entre los duros con Billy Bush, primera línea. También estuvo en España, en 1982, dando buena cuenta de Ramón Nuche, el pilier de Cisneros. Bush, un tipo que se curtió en la gira de los All Blacks del 76 por Sudáfrica (reconocido por los afrikaners como "blanco honorario", adviertan el escarnio y la indecencia) con enfrentamientos más allá de lo deportivo, como solía suceder en el Transvaal, con sus pares de origen trekker. A tal punto mereció su respeto que en un partido en Uptington, cerca de la frontera de la actual Namibia, el capitán local, Herklaas Engelbrecht, intercedió ante el ref reconociendo que había sido provocado. La expulsión hubiera sido sumarísima ante las pruebas fehacientes: el pilier y el talonador contrarios noqueados. Formó 37 veces con los All Blacks, de ellas 12 caps, entre 1974 y 1979. Con la selección tangata whenua hasta 1982, precisamente el año en que le vimos jugar en el Central. En aquellas fechas su rugby se desarrollaba en Italia, territorio ya atractivo para antiguos All Black como Billy Bush.

Bush frente a tres Springboks en 1976
2017 poco tiene que ver con aquellas décadas. Ni siquiera con 2005. La historia está contra los polinésicos, pero la calidad, el ritmo y la ambición de su lado. Las derrotas ante Blues y Highlanders no anticipan buen pronóstico para el equipo de las cuatro naciones, que se enfrentan a la calidad del Super Rugby sin recursos suficientes, porque la toma de decisiones es incorrecta cuando se debe estar pendiente de las calderas.

Tienen británicos e irlandeses un obstáculo añadido: la identidad maorí donde mejor se reivindica es entre palos y palos. 



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