La primera vez que vi un Pumas v All Blacks por televisión fue en 1987 y la ocasión la fase primera de la Copa del Mundo que ese año fue novedad, tras ganar los revolucionarios de los Dominions a los conservadores de las Home Unions la batalla de los despachos. Ya saben que la cosa se vino gestando durante los primeros 80, con amenaza incluida de escisión ¡cómo no! de los Aussies, que presentaron incluso proyecto de liga profesional a XV con patrocinadores destiladores de brebajes que daban a la apuesta visos ciertos de verosimilitud. Y es que incluso algún club neozelandés mostró interés, con ánimos encontrados en su isla a cuento del protagonismo de sus jugadores y el derecho que, con lógica extremada, se les negaba para explotar económicamente -léase libros o conferencias- su paso por el verde pasto. La verdad es que los australianos, la ARFU de aquel entonces veía en el envite la única baza para sobrevivir en un país de rugby a XIII, fútbol australiano, cricket y deportes de mar. Y le salió bien. Pero lo que preocupó verdaderamente a los ocho países con derecho a voto de la International Rugby Football Board fue el interés de los isleños de más allá del Estrecho de Tasmania. Eso no, eso no podía ser. Que algunos moradores del Olimpo oval consideraran siquiera la posibilidad era demasiado. Y conjuraron el peligro cediendo y concediendo el torneo. Que abrieran o no la Caja de Pandora es algo discutible, pues muchos empleados municipales de Tarbes, Lourdes, Bayona, Dax, Mont-de-Marsan o Perpignan miraban para otro lado mientras silbaban quedamente si la cuestión se suscitaba. Otra historia en cualquier caso, pero que me hubiera impedido ver aquel partido que decía, porque hubiera resultado impensable que los más conservadores de los conservadores, los que han mantenido los últimos vestigios del amateurismo, los argentinos, se hubieran enfrentado a los de luto en aquella hipotéticamente nonata competición.
Ganaron los locales, que era lo lógico y nadie pretendía otra cosa, porque el XV que empató a 21 en Ferrocarril Oeste en 1985 no podía encontrar en Wellington el calor de los 30.000 hinchas bonaerenses, que cuentan como un delantero extra. Aún así los Pumas hicieron digno papel ese día (la carga desbocada de Travaglini -¿no sería Schiavio?- no fue más que exceso de celo), primero de junio, y vimos debutar a Zinzan Brooke, el segundo mejor tercera línea de la última mitad del siglo XX, porque el maorí Wayne Shelford, el mejor, descansó. Y si se quedaron fuera del torneo fue porque perdieron el 24 de mayo previo el único partido de los cuatro que les han enfrentado a Fiji (9 a 28).
Desde entonces se han enfrentado en otras 17 ocasiones blanquicelestes y enlutados y casi nunca han estado cerca de ganar los americanos. Así que hemos contemplado las estrepitosas derrotas de 1989 en Dunedin (60 a 9) en la gélida House of Pain y Wellington de nuevo (49 a 12) en una gira extenuante y mal diseñada salvo que alguien quisiera someter a los turistas a las penas de un infierno digno de las conjeturas de Dante, pues no solo afrontaron dos duros test-matches, sino que los partidos de entresemana fueron igual o más exigentes, frente a Auckland, Taranaki, Otago, Canterbury y demás; pero también hemos disfrutado de los partidos de 2001 (en la cancha de River Plate, 20 a 24, dos ensayos de Arbizu y patadas de Felipe Contepomi) o 2006 (de nuevo en Ferrocarril Oeste, 19 a 25) y las pinceladas de esta temporada en el IV Naciones (sí, ya sé...) con dominio marcado del pack Puma en los dos primeros partidos que se diluyó luego.
Que ha de haber (más) progreso es obvio, porque el roce continuado con los mejores así lo manda. Y que la historia les espera primero en casa también. Este fin de semana llega visita a La Plata: será una tarea titánica, pero, igual que en agosto casi (ese eterno "casi") doblegan a los Springboks, esperamos que acontezca esa improbable jornada, la primera en que canten victoria ante los de la nube blanca. Quedará luego Mendoza, una semana después, para una victoria menor, la inaugural de los Pumas en el torneo, ante los australianos, esperada, pero menos laureada porque los Wallabies ya han probado el sabor de la derrota en la Argentina. Sea.