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Channel: TORNARUGBY
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¡Esto es Australia!

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Han sido doce o quince minutos dignos de rememorar. Se solaparon dos expulsiones temporales de los Wallabies y País de Gales ¡ay! lo tenía todo a su favor: el público, el balón y el número. Pero no pudo, o no supo. O ambas cosas, aunque me inclino más por la primera. No es que los galeses sean creativos en demasía, pero con superioridad en melé (leve, pues aun con siete delanteros el trabajo de Ledesma ha quedado patente) y algo de conocimiento táctico, que se presume en Biggar y Gareth Davies, para jugar al lado abierto hubiera bastado. Salvo que los australianos, no todos, los trece que restaban sobre el pasto, se conjuraron como hacía tiempo no veíamos, para reivindicar su candidatura a la primera plaza del grupo y acaso del torneo. Nunca se hizo tan patente la máxima: querer es poder y tanto fue así que los juramentados australes, espoleados por Moore, acabaron su inferioridad numérica negando el ser a Gales y acrecentando su ventaja, hasta el 15 a 6 definitivo. Esa diferencia le permite conservar al capitán Aussie su nombre, porque si hubieran sido derrotados la defensa y el orgullo los elogiaríamos igual, pero al grito de afirmación australiana que debió prorrumpir en cada una de esos golpes en que Gales eligió melé -arrojando al pozo de las fieras sólo al orgullo galés- le hubiera seguido el cambio de nombre por el de Leónidas.


No hubo marcas en el partido. Ni falta que hace. Es uno de esos, escasos, test-matches en que no hemos advertido su ausencia como algo irreparable para el juego. La primera parte terminó con 9 a 6 para Australia y fue justo. Nadie mereció más. Gales tuvo más posesión y dominó el campo, pero terminó esa mitad por detrás por error de Faletau en un agrupamiento, que repitió iniciada la segunda parte y permitió a los de Cheika ponerse con el 12 a 6 con el que iba a llegar la acometida final galesa. Sin éxito, a pesar de que el mismo Faletau atravesó la marca rival, pero sin llegar a posar. Y lo cierto es que (repaso al partido pendiente) no pareció que los galeses tuvieran confianza suficiente para imponerse sobre la línea austral. Una suma de decisiones equivocadas y de ejecuciones defectuosas (pases erráticos o elección de choque por pase) y el ímpetu rival frustraron toda oportunidad galesa. Nunca como esta tarde hemos visto (mejor con luz natural) un ejemplo más claro de una defensa atacando al ataque, que es la mejor manera de defender, como decía un precursor de las unidades defensivas móviles y basculantes al que no menciono por modestia. 

Bien merecido, y nuevo atracón de puerros para el canguro, costumbre ininterrumpida desde 2008 y hoy no por falta de fe, sino por mejor temple australiano. Candidatos firmes a la final, porque Escocia les espera en cuartos de final y no parecen rival (lo que declaro con pesar) y porque su juego a la fecha me parece más sólido que el de unos All Blacks que van mirando de reojo a sus vecinos, pues por experiencia veraniega conocen mejor que nadie de qué son capaces

Nota final para certificar la solidez de Australia: los partidos se siguen ganando allí delante (ya saben, no scrum, no win) y hoy hemos visto a Gales perder tres melés con introducción propia; conceder tres golpes en otras tantas melés y desperdiciar su ventaja ocho a siete durante el tiempo de superioridad numérica en la zona de 22 mts. rival. Lo de Mario Ledesma no debe de ser sólo trabajo técnico y físico. Es el esprit de corps necesario para tener fe en la victoria. Nada más y nada menos.

Nota bene. He disfrutado el partido de Escocia por simpatía y afinidad. Incluso he saboreado un destilado (no el Bunnahahbain de 18 años que tengo guardado para mejor ocasión) pero hay que reconocer en sus justos términos que Laidlaw Junior y los suyos han tenido la suerte del erróneo planteamiento samoano durante 35 minutos de la segunda mitad. Hoy no diré más.





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