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Channel: TORNARUGBY
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Supersábado

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No recuerdo cuantas veces he hablado de Le Crunch. Ni los que he visto exactamente. Quizás treinta o treinta y cinco. Algunos en diferido, claro, esos que he rebuscado por la red o aquellos que mendigada en cintas de vídeo que ya casi ni se ven, allá por los primeros 80, cuando alguien visitaba las Islas y tenía la fortuna de poder grabar un partido en la BBC, o los resúmenes del Grandstand de la misma cadena, aquel programa deportivo que se prolongara desde 1958 a 2007.

De los jugados en el Pleistoceno he dicho aquí alguna cosa ya, como del de 1981. De los posteriores recuerdo especialmente el de 1986, con los ensayos fulgurantes de Guy Laporte, Serge Blanco y el combinado de Denis Charvet, Eric Bonneval y Philippe Sella; el de 1991 en Londres, con aquel ensayo de Philippe Saint-André bajo palos que inventó Didier Camberabero en la propia marca francesa; el de 1992 en que el trabajo del hoy comentarista Brian Moore acabó en Paris con la primera línea francesa descabalada y expulsada (Lascubé y Moscato).

Hoy se dirime otro de la serie, más importante para Inglaterra que para Francia, pues los visitantes lo quieren todo (the job done, dice Hartley) mientras que los locales solamente ponen en juego el orgullo malherido de gallo desplumado que adivina su futuro en peleas ilegales de cuarto rango. Hará un par de jornadas que se planteaba en el programa introductorio al partido de País de Gales v Francia, en Cardiff, el debate recurrente sobre la calidad de Francia. Ali Williams, el ya retirado e histriónico segunda All Black rebatía a Thomas Castaignède, representante de la última generación de tres cuartos franceses que jugó como se suponía que debía hacer un francés. El pequeño galo achacaba a la abrumadora mayoría de extranjeros el declive y el neozelandés, socarrón, a la falta de adaptación al rugby del milenio, el que se practica en el hemisferio austral. Es un debate pertinente, que los ingleses han aceptado con Eddie Jones al mando de la Rosa. Cuando se asiente, cuando demuestre con toda su amplitud lo que puede hacer con los ingleses, arrastrará a los demás, por imitación, por supervivencia, como sucedió durante la pasada Copa del Mundo, cuando parecía que los equipos de norte optaban por el ataque y los espacios, por contraste con lo que ha venido sucediendo durante el torneo invernal, de regreso a la disciplina defensiva que basa todo en la destrucción y desdeña, o teme, la creación, quizás con la honrosa excepción de Escocia frente, una vez más, a los franceses, la pasada semana.

Escocia, en fin, tiene ante sí la misión de recuperar su posición en el Torneo, en su último partido frente a los parientes irlandeses. No es poca tarea. El Aviva Stadium (¡me cuesta lo indecible no hablar de Lansdowne Road, pardiez!) es campo difícil e Irlanda no querrá irse quedando mal ante su afición, que esperaba, con ilusión excesiva, una tercera victoria consecutiva en el VI Naciones, para una historia, quizás con mayúscula, que tendrá que esperar a que otro candidato lo intente. E Italia ¿qué? Cada vez que los peninsulares acaban al final se alzan voces que señalan que no merecen el puesto. Que reclaman que Rumanía o Georgia puedan llegar, ignorantes de que da igual. De que aquí no son los intereses deportivos, mientras el producto no sufra demasiado, los que priman. El VI naciones es una empresa privada sobre la que la IRB, perdón, perdón, World Rugby, tiene influencia limitada y el atractivo mercantil de Bucarest y Tiflis no es el de Roma. Ni el poder adquisitivo de rumanos y georgianos. Así son las cosas y además, las victorias frente a Italia son un bálsamo de fierabrás para los equipos en horas bajas que sirve para disimular.

Acabo. Colación hoy propia de festividad tan señalada y a pasar toda la tarde delante de la ITV o la BBC, que aún no sé quien retransmite cada partido, con un ojo en Colonia, para el streaming de España y los teutones, todo ello en compañía de la morena irlandesa por excelencia y quien quiera unirse. Al "supersábado", pues, sin perjuicio del Jaguares v Chiefs que no olvido a última hora, muestra de esa otra modalidad de rugby que se practica Down Under y que, colorines aparte, nos reconcilia con la alegría del rugby.



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