No tengo conocimientos de botánica. Pero sí he visto que en las alfombradas laderas del bosque atlántico los helechos sobresalen, orgullosos, y se cimbrean por encima de arbustos y herbáceas de menor tamaño. Sucede que, a veces, no muchas, el clima no es propicio, y los helechos amarillean antes de adquirir un tono cobrizo, anuncio poco halagüeño para la pteridofita. Cuando eso sucede se curvan y, antes de su definitivo adiós, contemplan al humilde trifolium, a ras de tierra, que subsite y reina, acaso algunos días más, hasta las nuevas lluvias que hagan brotar las fértiles semillas de la filicópsida. Algo así sucedió ayer, para alborozo de los Ollie Campbell, Willie-John McBride, Phil Orr, Hugo McNeill, Tony Ward, Moss Keane, Fergus Slattery, los O'Driscoll, los Kiernan y de tantos otros viejos guerreros conmovidos, emocionados, exultantes. No sé si más que en 2009 cuando cayó aquel anhelado Grand Slam, pero muy intensamente, porque esta vez han tenido que esperar 111 años. Lo que para el caso es decir toda la vida, que ya sabemos que nunca habían ganado a los de la Nube Blanca. Por eso, excepcionalmente, los miembros natos del viejo Senado oval han (hemos) contemplado con tolerancia las muestras de alegría y los abrazos que seguían a cada ensayo hibernio. Por esta vez.
Ayer se rompió la historia, en el lugar más inopinado. En Chicago, en el Soldier Field, donde los Osos del código mestizo rugen. Tengo algún buen amigo que lo vio en directo, que a estas alturas los de mi generación ya se reparten por el universo oval y aunque aquel es un rincón para estas cosas exótico, la estrategia comercial de los dueños de World Rugby, la curiosidad y la colonia irlandesa muy notable del Estado de Illinois convirtieron la ocasión en gran éxito. Porque romper el record All Black e impedir que acabaran invictos la temporada lo es. Para los comerciantes del oval y para los aficionados. ¡Cuidado! siguen siendo excelentes, pero ese aburrimiento que se predicaba en cuanto al resultado fatal cada vez que comparecen los de luto ha dejado de ser inevitable. Dije no hace mucho que en algún lugar había alguien maquinando para producir un sistema que llevara a los All Blacks a la derrota. Ese alguien era Mr. Schmidt. No creo, sin embargo, que esperara que todo saliera tan bien. La expulsión temporal de Joe Moody fue un regalo que permitió a los suyos poner la distancia necesaria para aguantar la ofensiva del minuto 60 con visos de éxito. No contábamos con que además de frenar el salto al hiperespacio de Read y su tropa, apuntillaran a la bestia con esa sencilla combinación de cruce entre 8 y centro que supuso la marca final. Tan sencillo como puede ser el rugby y ejecutado con el brío y velocidad suficiente, tan eficaz. Medicina de Hansen a la inversa. Sublime.
Irlanda jugó como viene haciéndolo Nueva Zelanda durante 2016, con más énfasis en las rupturas lejos del pack negro y con tiempos diferentes. Negaron el balón al rival, lo alejaron de sus delanteros lo suficiente para crear mejores situaciones de ventaja y se fueron creciendo (la moral cuenta) conforme veían que el plan salía bien. Un 70% de posesión y dominio territorial en la primera mitad son elocuentes. Los dos primeros ensayos, del barcelonés Murphy y del sudafricano Stander demostrativos. El de Conor Murray, definitivo, donde más duele: sin defensa detrás del agrupamiento, cuando la cortina rival se ha desplazado para barrer y negar espacio en el ataque abierto, el medio atacante encuentra franco el camino hacia la marca. El esfuerzo de Bauden Barrett por provocar el adelantado, golpeando el balón bajo el brazo de Murray, nulo y el tercer ensayo ineluctable al marcador. Siguieron, ya en la segunda mitad las marcas de Zebo y Henshaw, hasta el 40 a 29, por las de Perenara, Smith y Scott Barrett (creo que no jugaban dos hermanos con los All Blacks desde los gemelos Whetton*), para completar el repertorio iniciado por Waisake Naolo en la primera parte. No sirvieron, porque los irlandeses nunca perdieron el control del partido, a pesar del ritmo sincopado, más bien culpa del temeroso ref, Matthieu Raynal, uno de los mayores TMO-dependientes conocidos. Si por él fuera hubiera pedido asistencia del cuarto árbitro para declarar inaugurado cada uno de los siete test-matches que ha oficiado. Luego dicen que son las melés las que ralentizan el juego. Me río a carcajadas. Pues eso, que no quiero pensar que no estuviera a la altura del esfuerzo físico requerido y se perdiera detalles necesarios. No creo, porque alguna ayuda reclamó al asistente de vídeo habiendo estado junto a la jugada. Por cierto, que las introducciones de Murray fueron como solemos reclamar: conforme al reglamento y por contraste las de, sobre todo, Perenara, no motivaron reprimenda, advertencia o comentario. Item más, Brodie Retallick y Sam Whitelock grandemente añorados. En el lateral y en el juego abierto, sin desdoro de Kaino, que es flanker, y Tuipolotu, pero no es lo mismo. Como que el propio Read acabara jugando en la segunda línea. No es la primera vez que vemos a un tercera centro en las calderas, pero si no sale allí de inicio, por aquello de dinamizar a la delantera (que no fue el caso para Kaino), quiere decir que algo no está yendo bien. A las pruebas me remito.
En Dublín no será igual, y los platos rotos para enmedar los errores los pagarán previamente los italianos. No sé si Hansen recuperará a Dagg, o la segunda titular, pero el partido será muy diferente, aunque no menos apasionante. Sin embargo durante estas dos semanas los All Blacks habrán descendido a la categoría de titanes, todo lo más semidioses, desterrados por Júpiter Tonante del Olimpo, tengo para mí que brevemente. Irlanda, durante unos días, disfrutará del éxito y los enajenados de la cosa memorizaremos con devoción la alineación del 5 de noviembre de 2016 con su capitán Rory Best el primero, como la del 21 de marzo de 2009 en el Millenium o la de Munster, aquel 31 de octubre de 1978 en Thomond Park.
*Actualización.
Excepción hecha de los Savea, como muy bien apunta @RutgerBlume en moderada admonición que me transmite por DM de la red del gorrión azul. Gracias sean dadas.
*Actualización.
Excepción hecha de los Savea, como muy bien apunta @RutgerBlume en moderada admonición que me transmite por DM de la red del gorrión azul. Gracias sean dadas.