Fue en 1989, en el viejo campo de St. Helen's, sede de los All Whites de Swansea. Allí probó Warren Gatland, nº 892 de su brava ganadería, el genio del rugby galés por vez primera. Ya había debutado con los suyos, en la gira por Australia del año anterior, en partido frente a Western Austrlia, en Perth. En la gira de otoño de ese 1989, por Irlanda y País de Gales, jugó ante Swansea, Newport, Leinster y Connacht. Aquello le debió agradar tanto que se quedó en Galway como entrenador jugador del correlativo Galweyans RFC, al terminar un gira sin derrotas para los neozelandeses. Regresó en 1990 a Waikato y siguió vistiendo la zamarra negra hasta las 17 ocasiones que mereció. Sin ningún test-match, eso sí. El insalvable obstáculo de Sean Fitzgerald se inteponía entre él y su cap. Acaso las 140 veces que vistió la tricolor de los mooloo men le compense, ensayo incluido en 1993 a los Lions de Gavin Hastings.
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Waikato v Lions 1993 |
Retirado en 1994, el mismo año en que Waikato gana el Ranfurly Shield, entrena al Thames ValleyRFC de esa región hasta 1996. La segunda llamada desde este lado del mundo le hace encaminarse de nuevo al oeste irlandés y desde ese año hasta 1998 dirige al equipo de Connacht, con el moderado éxito que era llevar a un XV irlandés de la época a los cuartos de final de la segunda competición europea, la European Challenge Cup. Aquello tomaba tal significación en una isla que añoraba a los Jackie Kyle o al mismo Tony Ward que pareció suficiente mérito para poner a Gats al frente de la misma selección irlandesa (1998-2001). Una Cuchara de madera el primer año, victorias frente a País de Gales y Argentina en el segundo y la incorporación definitiva de Brian O'Driscoll a las alienaciones de Irlanda no justificaron el fracaso en la Copa del Mundo de 1999. Sin embargo el viejo zorro Syd Millar, a la sazón a cargo de la IRFU, le dejó trabajar para que en 2001, en el novedoso VI Naciones, empatara a puntos con Inglaterra y quedar en segundo lugar por mejor media a favor de los lancastrianos. Una severa derrota (¿y cómo no?) de los All Blacks a su Irlanda (20 a 49), otoño de ese año, que principando el partido pintaba no tan mal, le lleva al cese, sustituido por su segundo Eddie O'Sullivan. A Gats le llama de inmediato Nigel Melville y le pide ayuda con los delanteros del primer XV de Wasps. Acepta y en su primer año en Loftus Road (luego las avispas anidaron en Adams Park) lleva a la excelencia a sus pupilos: congenia con Lawrence Dallaglio y amplia sus competencias merced a la influencia que gana gracias al capitán. Afina la defensa de los aguijonados tres cuartos hasta niveles desconocidos entre los equipos londinenses que dominaban la liga inglesa de la época. En 2002 Melville cesa y Gatland toma las riendas en solitario: gana la Challenge Cup y la Premiership de 2003, a Bath y a Gloucester, respectivamente. Como en 2004, en que bate a Leicester para el campeonato de liga, y al Toulouse en la Heineken Cup. Indudables éxitos que acaban con una dimisión porque el terruño le llama para mandar en Waikato. De regreso a nuestras antípodas lleva a los suyos a la séptima posición del Campeonato Provincial y a la primera plaza en 2006, bajo el nuevo formato de eliminatorias de la Air New Zealand Cup. Como es un tipo de renombre e inquieto, asesora, naturalmene, a los Chiefs del Super 14 cuando termina su temporada y comienza la de las franquicias.
Pero Gats no para. El tintineo agudo de las libras esterlinas y, quizás, su adhesión al viejo Demócrito, le llevan al solar del primo celta que domeña dragones. A finales de 2007 se enseñorea del aún Millenium Stadium de Cardiff. No fue malo su debut. Galés derrotó a Inglaterra el VI Naciones de 2008 (26-19), primera victoria en Twickenham desde aquella de 1988 y los dos ensayos de Adrian Micheal Hadley. Algo tan importante como ganar, como lo hizo, la Triple Corona y el Grand Slam. Que se lo digan a Phil Bennett, el autor de aquel discurso de 1977 sobre los vecinos del otro lado del Severn. En 2012 llevaría al Dragón a otro Grand Slam, antes de asumir la carga de dirigir a los Lions en la exitosa gira por Australia de 2013, tan solo la segunda exclusivamente australiana de la historia despuñes de la de 1989.
Gatland lleva comprometido con el combinado de la cuatro naciones desde 2009, cuando Ian McGeechan le reclamó para poner a punto a sus delanteros. Así que son ocho años que terminarán en 2017. Se postuló con insistencia sorprendente para el puesto casi inmediatamente después del término de la gira de 2013. Primero entre sus empleadores galeses, que consintieron seguros del sesgo local que había de dar a la partida y luego por los comités correspondientes. Culminó con éxito su campaña y fue designado en septiembre de 2016.
Hoy se enfrenta, pasados los experimentos y los compromisos de cortesía, a la verdad ineludible. Tiene tres oportunidades, pero no es probable que ni Warren Gatland ni los Lions salgan indemnes de esta gira. Él porque habrá fracasado en su recóndito empeño de suceder a Hansen por la vía más dificil, pues la hazaña de 1971 fue un suceso propio de otro universo. Aquellos porque las próximas giras, de existir, serán más parecidas a las que en cada "ventana" estacional realizan las naciones que viajan a otro hemisferio.