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Historias de galeses y madrileños

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Ray Williams en el viejo Arms Park

Inopinadamente, o no, el viernes pasado hablábamos de rugby sentados en los duros bancos de una iglesia. La prédica fue buena, pero la tentación (privilegio de católicos el perdón venidero) mucha. Vamos teniendo una edad y algunos de los nuestros avanzan su posición en la melé de la vida y ocupan ya la primera. Así que allí nos concitamos los afines para acompañar a dos de los deudos, muy queridos,  a los que me unen treinta años de rugby, con los colores de uno de mis dos clubes de Madrid y siempre con los de nuestro equipo universitario, ya con estampado de veteranos y más sobre manteles que sobre césped.

Sottovoce digo, y durante unos minutos, salieron a colación Ray Williams y Eddie Butler, London Welsh, el tube londinense, los 70 y aquellos tiempos en que los aeropuertos británicos exhibían rótulos solamente bajo los epígrafes de la Commomwealth  para nativos y "resto" para los demás. Los del Continente y más allá.

Para los desavisados Williams puede que sea uno más de esos galeses que les suenan de la década gloriosa del siglo pasado. Pero se equivocan, porque el bueno de Ray nunca fue internacional y su juego eléctrico de apertura quedó para los exiliados galeses de Londres, los "santos" de Northampton y los  duros de Moseley de los 50. Tuvo la desdicha de compartir generación con Cliff Morgan (apertura también y luego narrador de la BBC, responsable del famoso "oh, brilliant...that's brilliant!") y nunca vistió el entorchado máximo de la selección del Dragón. Y sin embargo fue más que importante para ese equipo, su federación y allende sus fronteras. No en vano, licenciado en Educación Física de la primera hornada tras la 2ª Guerra Mundial, fue un adalid de la preparación y del entrenamiento. ¡Del entrenamiento! Eso que nos parece a la fecha consustancial a la práctica de cualquier deporte fue tenido por prescindible durante mucho tiempo entre los de nuestra secta. Tanto que Williams, WRU Centenary Officer (1980), Secretario de la WRU (1980-88), Miembro nato de la WRU (1993-97), vocal de la  IRB (1993-1997), Presidente del Comité de los British & Irish Lions (1997), Director del Comité Organizador de la Copa del Mundo de 1991 y titular de la Orden del Imperio Británico en 1995, tuvo que vérselas con tipos duros y bragados en mil batallas para convencerles de las bondades de la preparación, como primer Director Técnico de la WRU (y acaso su primer profesional): "mi primer trabajo será convencerles de que el entrenamiento es lo mejor para el juego (...) y sé que no todos están al ciento por ciento por la labor, pero tengo la ventaja saber que todos Uds. están al 100% por el rugby". Ganó la partida.

Willliams fue alguien de quien en España sabían bien prohombres de nuestro rugby como Lino Plaza y la gente de Arquitectura, pues en los años 70 fue buen amigo del rugby español y muy concretamente de la Escuela, a la que conoció en 1974 cuando el arrojado Lino se llevó a los del Compás y la Rosa a jugar a Londres. A Williams le debió gustar lo que vio en el campo del London Welsh, club al que impartía sus sesiones, pues no declinó la oferta de Lino para venir a España, a su Baztán natal, donde en 1975 se reunieron los rugbistas de blanco con el galés y su familia. Habían de volver los españoles a la Pérfida otros años y cosechar victorias hoy impensables sobre clubes señeros como London Scottish y London Welsh, de las que una porción de mérito nadie negará a WilliamsComo del éxito que acompañó a la Escuela durante las décadas de los 70 y 80. 

Quien brilla en lo suyo, porque acomete su tarea con dedicación y entrega, irradia, además, hacia todas partes. Fue el caso, pues entre los congregados en la fúnebre ocasión que decía, nos encontrábamos algunos a los que ese brillo tocó Chema d'Errico mediante, diminuto talonador pero de portentoso corazón, jugador de la generación de Lino Plaza que sucedió en su día al difunto Paco Usero en la batuta de Ingenieros Industriales y forjó un grupo, ya veterano, que aún da que hablar por el Rectángulo de Ellis. El entrañable Chema fue quien me contaba estás y otras anécdotas mientras la cadenciosa voz del oficiante llegaba como un murmullo al final de la atestada nave central de la madrileña iglesia. A mis buenos amigos los deudos no les importará la digresión, porque dos de ellos son de la secta y los demás tolerantes, y al cabo, presentados los respetos de rigor, continuamos con la cantinela oval y así supimos por qué Butler, el tres veces light Blue de Cambridge, capitán de País de Gales en los 80 y reputado sucesor del llorado McLaren en la BBC acabó en Ingenieros Industriales y no en la Escuela. Eddie, que venía al Madrid inquieto de 1975 a mejorar su español antes de acomodarse en Cambrigde, llevaba recomendación de Ray Williams para unirse a la Escuela, pero el sediento tercera entró en un conocido bar de Argüelles donde se mostraban fotos en azul y negro de otro club que no desaprovechó la coyuntura. 

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