El Otoño en el Central luce magnífico bajo el sol templado de noviembre. No hay aún mucho público cuando desciendo por las gradas, tras acreditarme. No lo habrá durante el partido. El precio de la entrada, acaso la venta exclusivamente telemática, quizá el desarrollo de las competiciones ligueras que mantienen a muchos potenciales espectadores al servicio de sus clubes (jugadores, técnicos y familiares), dejan la asistencia, no lo sé con exactitud, en no más de dos millares de espectadores. Quizá me equivoque y sean 2.500, la RFER sabrá, que tiene ya medio preciso de control, pero ello no empece mi argumento: éramos pocos para un test de España y ese equipo que puso en apuros a Francia (apuntaba a mi lado el dueño de @hablemosderugby) durante el pasado Mundial.
Es verdad que no estaban todos los que son, que para eso sirven los años entre mundiales y las ventanas de temporada, pero Uruguay es rival serio e importante. Hasta anteayer empatados ambos seleccionados en resultados a favor y en contra, desde entonces una victoria más para España, que ganó por 33 a 24 en un partido con dos tiempos totalmente distintos. El primero nuestro sin ambages, el segundo suyo, pero mantenidos a raya con la bota local de Vinuesa.
Vinuesa a palos. España v Uruguay (Foto de Nacho Hernández) |
A los himnos siguió recuerdo a las víctimas de la catástrofe de días atrás, con las notas del himno, precioso y en valenciano, de la Comunidad abrumadoramente más afectada. Los valencianos del grupo depositaron zamarra de los Leones como humilde homenaje durante el minuto de silencio.
En la formación americana destacaba el imponente físico de su capitán, Leindekar, conocido de las ligas francesas y por encima de los dos metros. Esa talla, que hace muchos años hubiera sido un tremendo condicionante para los nuestros, que tampoco van mal en el apartado pero sin presentar nunca porte semejante, ya no lo es. La evolución del laterial y las múltiples combinaciones que permite nos beneficieron sobremanera desde que el "ascensor" (invento sudafricano para el que quiera, aquí mismo, investigar) se hizo hueco en nuestro cambiante reglamento. Así que los dos metros no asustan, como niguna delantera de la zona de calidad donde pretende moverse España debe hacerlo.
El partido, decía, tuvo dos tiempos distintos. 24 a 0 llegó a ponerse España, que además defendió con tino y orden los zarpazos de los visitantes, como señalaban Contreras y López, para Teledeporte, justo a mi espalda.
Esa diferencia no fue un espejismo, porque la velocidad de desplazamiento del balón en situaciones de ligera ventaja fue muy notable. El crédito para Aurrekoetxea y Vinuesa y la calidad de los balones que recibieron. De ahí las cuatro marcas de ese primer período, Minguillon, Cian y dos del medio de melé vasco. Dos transformadas por Vinuesa, que erró dos y otros dos golpes de castigo, lo que puede sorprender, porque conoce el campo de juego como la palma de su mano. Hay que cuidar eso, que son muchos puntos perdidos y siempre acaban siendo necesarios.
Los siete puntos de los Teros llegaron merced a lateral-maul (ya habían detectado minutos antes que por ahí harían daño) que nos dejó en inferioridad numérica durante los 10 primeros minutos de la segunda parte, porque Ovejero recibió la sanción temporal del ref irlandés (¿sería mucho pedir que WR designara arbitros de habla española entre contendientes que se manejan en esa lengua?). La inferioridad numérica, decía, pesó, porque una nueva marca de la misma factura (¿recuerdan que fue grande y útil arma nuestra en otra época?) y al inicio del segundo tiempo dejó a los Teros rondando la remontada. No fue así. Ellos anotaron otra, pero Vinuesa, que mejoró a palos, sostuvo la ventaja, gracias a una mejora en la labor de la delantera y la entrega denodada de un muy contundente Gimeno, para el resultado conocido.
Siete minutos exactamente antes de finalizar el partido, el vocero de la Federación, entrañable Bonofiglio, advertía por enésima vez del protocolo contra la invasión del campo (¿cómo se invade lo que es tuyo por derecho?). El público soberano -la divertida chiquillería de Cisneros y, creo, Getafe, apostada para el momento, murmuraba "avalancha, avalancha"- hizo exactamente el mismo caso que suele: ninguno. La tradición, que no sé si a la Federación le supone multa -espero que no- que se sostiene como se suceden los partidos en nuestro glorioso, acogedor, familiar y fotogénico Central.
Sabemos que no es propio para una sede de competición internacional de quien aspira a más, pero se va manteniendo y nos place, egoístas antediluvianos, por querencia y ambiente de club de segunda división inglesa (como declaró una vez la entonces legible Rugby World) donde pretendemos que el bar es parte de un inexistente club-house, donde consumimos la primera cerveza de la mañana prolegómeno de las que seguirán, seguro, más tarde, entre comentarios sobre la jornada y lo que hubiera sido o lo que podría ser. Futuribles pospuestos todos a un partido que se jugará en febrero y para el que este, ya pasado, el de Fiyi en en Nuevo Zorrilla y el de los Eagles después, son tiento y apunte de aquellos detalles, muchos, que hay que pulir: la concentración y la disciplina (demasiadas infracciones), la defensa en los puntos de contacto, la conjunción del pack, la anotación con el pie.
Yo creo que a los americanos boreales se les puede derrotar (he visto su partido frente a nuestros tenaces y de un tiempo a esta parte altivos vecinos, ayer vencidos). Nunca lo hemos hecho y va siendo hora de poner una marca en la hoja de servicos relativa a las Águilas, mundialistas muchas veces y quienes nos cerraron, con mérito bastante, el camino del Mundial de 2003. Hay mimbres para ellos, jugando con cabeza.
Fiyi, probablemente sin Radradra (roja ayer, tras debate más bien breve en el "búnker") pero con Tuisova, es otra cosa. Han derrotado a País de Gales por primera vez en Cardiff (uno casi querría que fueran estos os comparecientes en Valladolid) y son feroces en el contacto y veloces en el uso de sus posesiones, nada descubro. Los encuentros con ellos también se cuentan por derrotas, puesto que verdaderamente están en un nivel por encima del de los Leones. Pero a Zorrilla se va a aprender y ajustar, y nosotros, público o prensa que esté presente, a disfrutar por tercera vez de un estadio que luce muy bien con palos en ambos fondos.
Qué gran mes para el aficionado es noviembre.