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RUGBYMETRICS (1)

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Rugbymetrics es la "ciencia" que busca entender mejor y de forma más profunda el rugby, basándose en datos estadísticos de jugadores y equipos, no únicamente conocer los números de estos; puntos, placajes, melés, touches..., buscando llegar un poco más lejos, viendo la relación de todos estos factores con el resultado del partido, la mejora del equipo, los resultados de la temporada, el peso de estos en la comprensión del deporte.  El termino deriva de Sabermetrics, el término que se utiliza en el mundo del béisbol para el análisis del juego, popularizado en los últimos años por la película "Moneyball", pero esta vez aplicado al mundo oval.

Hay muy pocos trabajos sobre Rugbymetrics, así que un servidor se va a adentrar en este mundo, después de haber realizado un curso de Sabermetrics impartido online por la Universidad de Boston,  intentaré aplicar estos conocimientos al mundo del rugby.

Sé que este tema anda muy alejado de la "filosofía" de este blog, donde la literatura pasa muy por encima de las matemáticas, pero en un mundo poliédrico como el oval vale la pena explorar todas sus caras.

He creado una base con todos los partidos jugados durante esta temporada, 2014, en el Súper 15, con estos números intentaremos responder a diferentes preguntas que nos plantearemos, ¿es la posesión del balón importante para un equipo?  ¿Es cierto el "no scrum no win"?  ¿Qué peso tienen las tarjetas en el resultado del partido?  ¿A mejores placajes más victorias?  ¿Cuál es la media de  puntos que necesita un equipo para ganar un partido?  ¿Es la disciplina indispensable para ganar?...  Y todas las preguntas que surjan durante estos meses, porque lo más difícil es hacer las preguntas correctas para poder entender mejor nuestro juego, en esta labor estoy, de momento, yo solo, pero será bienvenida cualquier ayuda o comentario para mejorar este estudio.

Este es un tema difícil de introducir en el deporte, sobretodo en España, donde los números nunca han sido muy bien vistos, los aficionados prefieren las sensaciones, el ver que un jugador es bueno o malo por lo que a uno le parece, alejándose del análisis objetivo de los números, aunque el resultado de los partidos son números y estos nos dan un vencedor, un perdedor o un empate.  Porque en el fondo lo que nos gusta es divertirnos, ver un partido con ensayos, divertido y con emoción, aunque partidos sin ensayos también son brillantes, o ver dos delanteras partiéndose el pecho en cada jugada, o un pateador increíble, el dropen el último minuto...  En eso no podemos entrar, cada uno disfruta el partido de una forma diferente, y aquí no hablaremos de todo eso, un partido con unos números perfectos, de ambos equipos y sin errores puede ser un aburrimiento, otro que nade en el caos puede ser genial.  Como ejemplo pondremos el partido del Rugby Championship de hace un año, 2013, 5 de octubre en Johannesburgo, Sudáfrica v Nueva Zelanda, probablemente el mejor partido del 2013.


En este partido el porcentaje de placajes de los sudafricanos fue del 70%, cuando lo más habitual es que sea de más de 80%, en cualquier equipo, y sólo intentaron 71 placajes, lo habitual es más de 100.  No se chutó un solo drop.  Pérdidas de balón de los Sudáfrica de 25, Nueva Zelanda de 12, en el partido que ganaron los Springboks este año sólo perdieron 13 veces el balón, 19 los de Nueva Zelanda.  ¿Los números tienen que ver algo en lo entretenido que es el partido? NO.  Navegaremos en las estadísticas para buscar entender mejor el juego, no para decir que algo es mejor o peor, sobre gustos colores.  Uno de los mejores partido que he visto fue hace unos años, cuando Teledeporte daba la Liga Inglesa de Rugby, donde Bristol ganó un partido bajo la niebla, con un resultado muy bajo, donde se luchó por cada balón, por cada centímetro de campo, disfruté como un enano, para mí fue un gran partido, otros se aburrieron, pero el Rugbymetrics no va de eso.

En el próximo capítulo hablaremos de la posesión del balón, del peso que tiene este en el resultado final, si vale la pena tener en el equipo la filosofía futbolera de que a más posesión más victorias,   veremos  si esta constante es igual en el rugby.  La pregunta de hoy, ¿creéis que a más posesión más posibilidades de ganar.  No os cortéis, dejad vuestros comentarios.


Gatopardo

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Victoria de Rumanía sobre Francia en Bucharest

Como en la historia del viejo príncipe, todo lo hemos cambiado para que todo siga igual. Quien fue Tancredi Falconieri y quien don Fabrizio es conjetura de fácil solución, pues ¿no siguen siendo ocho, nueve, quizás, las potencias? Exactamente como en la antigua International Rugby Football Board. Es verdad que hay actores nuevos, pero no se acercan sino de perfil a los del círculo último, ingleses, franceses, galeses, irlandeses, australianos, neozelandeses y sudafricanos, con italianos, argentinos y escoceses un paso atrás (los americanos en progreso y los caledonios con grandes dificultades). A los rumanos, que eran sparring de prestigio las tres últimas décadas del siglo XX se han unido georgianos -la mejor evolución desde 1994-, rusos (cuya década finisecular fue especialmente penosa) y los otros tres países americanos dados a estas lides: Eagles, Teros y Cannucks. Rigurosamente, de todos estos, solo uruguayos y georgianos son novedad, porque los demás en el circuito, digamos mundial, desde que se inauguró en 1987, ya estaban ahí: todos los isleños del Pacífico, desde el Japón a los vecinos de Nueva Zelanda. Los ibéricos podríamos haber estado, fuimos promesa, proyecto más bien, que hoy se desdibuja entre la segunda y tercera fila.

Aunque la IRB hace de la necesidad virtud y predica ecumenismo y misión, no fue esa su intención cuando dio el Gran Salto Adelante, tras el torneo de Mandela. No, aquello respondía a otros intereses: televisiones, reclamaciones (lícitas) de jugadores, mercadotecnia y publicidad. Producto, en fin, que nos lleva hoy por el camino de los primos lejanos del código association, porque al final la modalidad deportiva es adjetiva y la naturaleza humana sustantiva. Pudo no ser así, pues mantengo que la competencia entre unos y otros era más cerrada antes de la Revolución Cultural (hoy tocan metáforas maoístas, ya ven). Aunque fuera por el vergonzante método comercial italiano o funcionarial francés, el shamaeurism inglés o el boot-money galés, reprochables conforme a la ley en vigor, y sin que sea hoy mi tesis defender si era menester evolución (con vigilancia, sanciones y un punto de cinismo) o revolución, como sucedió. No, hablo hoy de si el cambio ha traído mayor competencia. Mayores audiencias, desde luego. Más dinero, sin duda. Más partidos con que contentarnos a los aficionados, claro. Más competencia, no. 


España v Francia A en el Central de Madrid. 15 de mayo de 1988


Rumanía, por poner ejemplo de país de rugby consolidado desde los primeros años del siglo XX, que fuera candidato mucho antes que Italia a formar el VI Naciones ganaba con cierta regularidad a los celtas y alguna vez a Francia (en 1960 la primera, 11 a 5 en Bucharest y en 1990, 6 a 12 en Auch, la última, para un total de 8 victorias y dos empates sobre 49 partidos). Incluso España, que nunca ganó a Francia y cuyos mejores resultados fueron el 7 a 15 de 1974 en Madrid, el 21 a 28 de 1976 en Hendaya o el 16 a 32 de Madrid en 1988, se sabía merecedora de atención e incluso tutela cuando veía en el viejo Central (como en la imagen de la recordada Revista de Rugby), a Marc Pujolle, Phillipe Berot, Phillipe Benetton o Phillipe Sella acompañados por Phillipe Gallart, Marc Cécillon o Hervé Chafardon, todos ellos de su equipo de V Naciones. Algo impensable hoy día, cuando han dejado de visitarnos desde, claro, 1996, año infausto en que nos endosaron más de ochenta en Sant Boi.

Así que salvo los ocho que tenían derecho a voto en la reinventada IRFB (los del V Naciones y los tres antiguos Dominios) más italianos y argentinos, con evidentes limitaciones, todo inmutable, pues no me puedo imaginar a Georgia disputando una semifinal de Copa del Mundo a Japón. Todo distinto para que todo sea lo mismo. Todos comparsas y de hecho más lejos que antes.

Rugbymetrics (2) Posesión

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Hace unos años que en el fútbol se empezó a hablar de posesión, el equipo que tenía más el balón ganaba más partidos -información que todavía no ha sido contrastada, yo no he leído ningún estudio que me demuestre que a más posesión más victorias-.  El Barça ganó muchos títulos teniendo más el balón, pero no sé si ese es el dato fundamental de sus victorias, en el libro "Soccernomics", de Simon Kuper y Stefan Szymanski, nos muestran un estudio que demuestra que los equipos que tienen plantillas mejor pagadas ganan más títulos. Pero la posesión del balón entró como una verdad indiscutible y el rugby copió esa moda, debíamos conocer en las retransmisiones deportivas el equipo que más oval tenía, porque así sabríamos quien tenía más posibilidades de ganar.  Analicemos esta premisa que parece lógica, si tengo más oval gano más ya que el rival no lo tiene.

El estudio de posesión se ha realizado analizando todos los partidos, menos los de playoffs y final, de la temporada 2014 del Súper 15.  Los datos son los publicados por la web ESPNscrum.  He tomado todos los resultados de los equipos ganadores, la posesión que tuvieron durante el partido, también la posesión en las dos partes del encuentro y diferenciando si eran en un campo u otro.

Posesión Total: 49,68% para el equipo ganador.  Ambos equipos, ganador y perdedor tuvieron la misma posesión durante todo el partido.  Podríamos decir que es normal, el equipo ganador consiguió adelantarse en el marcador y después jugó más al contraataque.

Posesión Primera Mitad: 53,06% para el equipo ganador, mínima diferencia con el perdedor.

Posesión Segunda Mitad: 46,53% para el ganador, de nuevo una diferencia mínima.




En este gráfico mostramos la relación entre puntos conseguidos y posesión, de los equipos ganadores y perdedores, donde vemos que los puntos se distribuyen casi de forma simétrica a ambos lados del 50%.

Bien, lo que ocurre que el equipo ganador tuvo más posesión en terreno contrario y por eso consiguió más puntos.  Veamos si es cierto:


Posesión Territorial Total: 49,78%, de nuevo ninguna diferencia, y si observamos las dos mitades de juego los resultados son los mismos, Primera Mitad 53,8% y Segunda Mitad 46,19%.


Será que los equipos que juegan en casa y ganan tienen más posesión, los resultados son similares, Posesión Total de 50,58% y Posesión Territorial de 51,06%.


O la respuesta está en los equipos que ganan por más puntos, si ganan por muchos puntos tienen más posesión.  Veamos los datos de los equipos que han ganado por más de 10 puntos. Posesión Total 51,53% y Posesión Territorial de 52,23%.  De nuevo sin ninguna diferencia.

Para terminar con los números calculemos el Coeficiente de Determinación, R2 (R Cuadrado).  Este es un coeficiente que nos describe la relación entre dos variables, en este caso entre puntos conseguidos y posesión territorial.  En una correlación perfecta, por ejemplo que cada 10% de posesión se consiguieran 5 puntos, R2 sería igual a 1.  En nuestro caso el resultado es:

R2 (Puntos Conseguidos - %Posesión)= 0,0033677.  No existe ningún tipo de correlación entre ambas variables.


Podemos concluir, sin miedo a equivocarnos, que la posesión no tiene ningún efecto sobre el resultado final.  Cualquier equipo que base su juego en tener más el oval que el rival no llegará a ningún puerto, este factor no determina para nada el resultado final.  Cuando en las retransmisiones vemos el porcentaje de posesión de cada equipo es una información inútil para conocer la evolución final del partido, un dato más sin ninguna relevancia, como el número de cervezas que se han vendido durante el partido, ambos datos tienen el mismo peso en el resultado final.

Plantear un encuentro queriendo tener el balón más que el rival es una estrategia sin ningún sentido, y aquí podemos enmarcar otro concepto, que me mostró el Profesor Bill Gerrard (Profesor de Negocios y Análisis Deportivo en la Universidad de Leeds, Analista de Saracens y de Sky Sports), la "Calidad de la Posesión", saber lo que tenemos que hacer con el balón cuando lo tenemos, jugar con delantera o tres cuartos, patear la bola a touche, una patada profunda...  Esa parece ser la clave del juego, sencillo de nombrar, "Saber Jugar".  Ni ser más alto ni más fuerte, si no saber cómo se juega a este juego, saber leer el partido.  Y aquí intentaremos entrar con los datos que tenemos, no dispongo de una gran Base de Datos para poder profundizar hasta el más mínimo detalle, pero haremos lo que podamos con lo que tenemos.  Por cierto, los datos aquí publicados coinciden al 100% con los datos que maneja el Profesor Bill Gerrard.

En el próximo capítulo hablaremos de patadas, pases, número total de carreras y carreras con el balón, buscaremos saber si pasar más es mejor o peor para tu equipo, si correr con el balón es más efectivo que las patadas... 

Las preguntas que vayan apareciendo, cualquier ayuda será bienvenida, las preguntas es lo más complicado, porque para tener respuestas buenas se necesitan mejores preguntas.  Ya sabéis, quien quiera colaborar que lo diga, esta casa tiene la puerta abierta para todo el mundo.

Rugbymetrics (1)



Algo de rugby en Illinois

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USA v All Blacks 2014. Foto del Chicago Tribune.

El resultado era lo de menos, se dicen los entendidos. Acaso los de mi cuerda, que siempre pensamos en el aspecto lúdico a la Huizinga que he citado más de una vez, y en la formación y los valores y esas cosas que ya sabemos. Sin embargo entreveo a los capitostes de la IRB, y a los de USARugby de paso, con el inglés Nigel Melville a la cabeza, atisbando el espejismo de la expansión de costa a costa. No les deseo el fracaso, claro, pero me parece empeño vano. Lo nuestro en la Unión Americana tiene escaso recorrido. Mucha competencia local en forma de gridiron supervitaminado y mucho home run. Y el soccer ganando adeptos, o lo parece, contra la inclinación de algunos predicadores del Tea Party, que aborrecen lo del código association por afeminado, torticero y ¡oh, cielos! extranjero. Así que perspectivas tan poco halagüeñas como en 1913, después de la primera visita de los All Blacks a ese país, saldada con lógica derrota por 3 a 51, en las instalaciones de la californiana universidad de Berkeley y que tuvo la perversa consecuencia de provocar el abandono del código Union que se empezaba a asentar en las mejores universidades del Oeste e incluso de la Ivy League. No iba, no va, con la mentalidad de aquellas gentes la derrota estrepitosa. Así que el 6 a 74 del sábado pasado no mejorará las cosas, ni siquiera con la próxima participación de los Eagles en la Copa del Mundo de 2015, donde, encuadrados en el Grupo B, solo ante los japoneses tienen oportunidad. Todo muy previsible. Igual que en 1991, en otra Copa del Mundo, también celebrada en Inglaterra, cuando fueron laminados en Gloucester por 6 a 46 con los isleños jugando a no lastimar demasiado a esos chicos tan grandes y bonachones, "que mira que animosos son, no vayamos a desanimarlos". 

Así que creo que lo mejor de estas ocasiones en que los mortales contemplan a atlantes, titanes y poseidones, es lo que disfrutan los incondicionales que acuden (acudimos) pase-lo-que-pase al campo y, por descontado, los chavales, como el hijo de un amigo al que en su día entrené (¡20 años ya!) y que habita hace tiempo en la ventosa ciudad de Chicago. Seguro que disfrutó de Ben Smith, Ben Franks, Charles Piutau y Jeremy Thrush antes del evento. 

Animosos chavales del Chicago Wapiti RFC con los citados All Blacks y la Torre Willis al fondo

De celebraciones y visitas

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Si no fuera por el casco del jugador número 12 y el del que se adivina detrás, podríamos tomar la celebración por la de cualquier gol de la tribu balompédica. Pero no, el virus de extiende y se pierde por doquier la compostura. Es verdad, atenuante, que la victoria de los Maoríes ante Japón fue muy ajustada (18 a 20) y fraguada casi al final del partido (que creyeron cómodo porque habían destrozado a los imperiales por 21 a 61 la pasada semana). Sin embargo, lamento la conducta. Antaño la marca era acompañada de un entrelazar de manos con el jugador más próximo, acaso con una agradecida palmada en la espalda mientras el anotador volvía a su puesto a esperar el saque de centro del contrincante. Algo que empieza a ser casi decimonónico.

Confieso, no obstante, que me hubiera gustado ver esa celebración que repruebo en el Central, por ejemplo. No la hubo allí en 1982, ni en Sevilla ni Alcobendas, en 1988, aunque en las tres ocasiones los neozelandeses ganaron. Claro que entonces nos visitaban y consideraban emerging nation (no había oficiosa clasificación IRB entre 2nd y 3rd tier) y no penábamos en el purgatorio de los quiero-y-no-puedo endeudados hasta las cejas y sin partidos en otoñales. 

Resignación, partidos por Sky o la BBC y lecturas como The red & the white: a history of England and Wales rugby de Huw Richards, que les recomiendo vivamente, nos salvan de la melancolía. 


El horror, el horror

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Tenía que llegar. En el paroxismo de modernidad y codicia que nos abruma, tenía que llegar. Por eso no cabe sino titular con la frase paradigmática de la pesadilla de Conrad y Marlow en el Congo. El enlace refiere determinadas manifestaciones de Wayne Smith, antiguo All Black, a la Gazzetta dello Sport: aquí el original.

Aunque gentes sensatas, como Pierre Villepreux maticen y niegen, la veda se abrió, en realidad cuando la excusa del "público", de los "espectadores" justificó un cambio profundo, revolucionario, innecesario, impropio, en el ethos del juego. Ahora hablan de más cambios, legalizar el avant (¡Señor!) y luego ¿qué? ¿cambios de equipo completo, para ataque y defensa, o prescindir de los flankers para que haya más espacios? Váyanse al Gridiron o al XIII, que ya existían, si colman más sus aspiraciones.

¡Anatema!

La commedia è finita!

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Me lo decía Daffyd hace poco. Esto ya no es lo que era. Ni épica ni estética, mientras contemplaba los inconmensurables encontronazos, próximos al desvanecimiento, de un enorme centro inglés en reciente partido frente a Australia. Cuanto más nos hacían disfrutar Andrew Slack o Tim Horan, por los Wallabies, o Jerry Guscott o (¿quién iba a pensar que me vería diciendo esto?) el mismo Jim Greenwood por los ingleses. Sí, esos mismos y los de su especie, que ya es otra bien diferenciada, casi de distinta era geológica, del Jurásico frente al Cretácico y su predisposición al gigantismo. Porque BOD y Wilko han debido de ser la excepción creativa que acaso confirme la fatal deriva que nos lleva por la senda del Anfiteatro Máximo de los Flavios y por la de la hipérbole muscular de defensive tacklers y tight ends del festival norteamericano.

Quizás necesitemos un respiro. Los dos. Porque ver los test-matches de este Otoño  con la enconada y ácida actitud propia de Statler y Waldorf desde su palco me hace pensar que hay que parar por un tiempo. Porque me he dado cuenta de que, por primera vez desde hace 30 años, no los he disfrutado. Y como esto es afición, digo la práctica activa, ya tan limitada; la contemplación que objeto; la lenta disolución de valores que percibo y la escritura que inicié hace ocho años en la difunta Zona Rugby, que aquí recuerdo, parece que es hora de parar. Hasta recuperar la perspectiva necesaria para volver a disfrutar, para lo que probablemente baste con reducir las comparaciones de hogaño con lo de antaño en un, digamos, 50 por ciento. Sin forzar. Así que cierro, espero que temporalmente. A lo mejor vuelvo para el VI Naciones. No lo sé. Dejo la página a disposición del lector, pero clausuro comentarios y entradas. Gracias mil a los colaboradores de la última época que aceptaron sembrar con su ingenio sesudas, divertidas y brillantes entradas. Gracias al esquivo y atareado Duque; al mordaz Almirante y al entusiasta y mesurado Doctor. También a Daffyd, última incorporación, alter ego que me acompañará a cualquier aventura. Seguro. Por ahora ya suena el pitido que marca el fin del segundo tiempo. Con suerte nos veremos en el tercero, pues estaré por ahí, desde @philblakeway y @tornarugby a su disposición.

Donde dije digo, digo Diego

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Pues sí. Lo había dejado caer por ahí. Incluso en mi despedida del pasado diciembre lo había sugerido. Vuelvo. Regresamos. Reaparece esta hoja volandera. Voto a tal que pensé no hacerlo, harto de profesionales y codiciosos, pero ese alter ego de los verdes valles del Sur (de Gales), ese sentimental amigo que aún tararea los himnos tristes de su confesión cuando se va adormeciendo, vencido por la nostalgia y las Brains ingeridas, me convenció. "Phil, hay que abrir el garito de nuevo", dijo. "¿Por qué, Daffyd?" pregunté. "Para que sepan y recuerden", contestó. Sea. 

Se acerca el Torneo de torneos. Hablaremos sobre el particular y, como siempre, sobre lo que fue y ya solamente será en la memoria de algunos. Para que no se desvanezca. Hasta pronto. 

("That's the spirit")

...for to carry me home

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Inglaterra v País de Gales, 1974

Verán. Yo recuerdo el rugby en blanco y negro. En enero, por cierto. En 1972 o 73, tanto da. Y me gustaba, por más que no entendiera casi nada, salvo que allí, en la pantalla -a veces oscilante- se mostraba una batalla, que era lo que a mí me parecía. Probablemente, creo haberlo contado ya, la película de la primera cadena de televisión era aburrida, o no gustaba a mis progenitores, y la fatalidad (de fatum, sin otra connotación, advierto) nos llevara a aquella retransmisión deportiva del UHF. Y sí, concitaba mi interés. Más bien lo absorbía: había un deporte (yo ni sabía cabalmente qué era un deporte) en el que tipos fuertes y pesados peleaban sin quejarse, sin protestar, sin aspavientos, por un raro balón, para que otros -los otros- corrieran. Sí, me gustaba. Pero era pequeño e iniciaba mi familia por aquel entonces periplo laboral que solamente en 1980 y en Valladolid, me hizo pisar el espacio entre palos y palos, que en los campos del Lourdes no estaba, precisamente, tapizado de hierba. Pero esa es otra historia.

Así que siendo enero de un invierno de los 70 y comentando el llorado Celso Vázquez, un Bill McLaren castizo, pilarista y donostiarra, era el Torneo de las V Naciones. Casi el Torneo, sin más, que aun añadiendo a los romanos sigue siendo lo mismo, sin adjetivos, el Torneo por antonomasia. Aunque (¡Señor, Señor!) comience en febrero, y en viernes y haya solistas haciendo gorgoritos con himnos que solamente sobrecogen si son entonados por los orfeones colosales de Twickers, Murrayfield, Stade de France (añorado Parc des Princes, afirmo), Olimpico o Lansdowne Road y Arms Park, valga la metonimia para los dos últimos. (Y sí, el Flaminio también me gustaba más, pero dejémoslo estar, que en Roma el colorido velado del atardecer sobre 70.000 almas con el manto esmeralda refulgente es digno espectáculo gracias al sol del Mare Nostrum.)

No hablaré de cazabombarderos Tornado sobrevolando estadios ni de llamaradas ni humaredas. Hoy no. Hoy espero el verdadero inicio de 2015. Espero la pelea recurrente entre San Jorge y el Dragón, que no es, en este caso, criatura infernal, sino ancestral y brumosa y conjurada por Merlín, hastiada, quizás, de verse acompañada por la publicidad de Brains, con la que corre el riesgo, llegado el caso, de apagar las calderas de su fuego y permitir mayores bríos a los que entonan espirituales del sur de Alabama como si de cánticos de las guerras entre Lancaster y York se tratara. Pero eso ya es, aun desde 1988, tradición. Sweet Lord, sweet chariot, coming for to carry me home. Que es lo que he hecho yo, volver por aquí.

La grande operone*

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Viernes, 6 de marzo. Dafydd se retorcía las manos. Fallaban algunos placajes. No demasiados, pero significativos. Lo sabía; sabía que iba a suceder, pero no que la fatalidad fuera tanta. No que Joseph eludiera, esquivara, se zafara cual anguila de tres galeses prácticamente sobre la marca de San Dewi, que el viernes perdió, en toda regla, su partida con San Jorge (16 a 21). 

Me lo había dicho: no se puede afrontar un partido así pendientes de jeribeques (el sustantivo no es suyo, pero se aproxima a sus címbricas intenciones): que si se abre la endemoniada techumbre ("that fucking hell of a roof" literalmente...), que si Faletau está más o menos alerta. Que esas dudas pasan factura. Psicológica, decía, que esto es una batalla entre potencias (Kursk, se me antojaba a mí) y los detalles definen. Y no jugaron mal los dragones de sus entretelas, no. Pero perdieron el control del partido, si es que lo tuvieron, tras la carga salvaje de Haskell contra los palos locales. Desde entonces, ya lo venían anunciando, la tercera de Lancaster se hizo con el control definitivo del partido. Brillantes Vunipola, Haskell y Robshaw, y también Nick Easter en su regreso desde el banquillo, con Cuthbert, por cierto, descansando en el cubo de los pecados. Pero es que, además, Cole, el ingenioso, venía dominando al eterno Jenkins, y Joe the unworthy clownish prop Marler hacía lo propio con el monumental Samsom the neck Lee, que a nosotros nos pareció un tanto groggy. Así que esa gente que viene (dice Daffyd, que yo, por lógica, empleo otra forma verbal) desde el otro lado del Severn, llegó con la lección aprendida de su última visita a Cardiff, 30 a 3 para el Dragón. Fueron casi los mismos galeses, pero no es lo mismo: el detalle de North, este sí definitivamente k.o. deambulando por el césped del Millenium es concluyente. El legislador oval, la antes llamada IRB y ahora pomposamente autodenominada World Rugby (¡qué ínfulas, qué retórica, cuánto cartón-piedra!) promete investigación y truenos y centellas, cuando son protectores de traficantes y lanistas que van desde anfiteatros provinciales hasta el Máximo, romano, londinense, parisino o cualquiera de los australes. 

Sábado, 7 de marzo. ("¿Más rugby? ¿no viste un partido ayer con ese amigote tuyo, el galés?" cantinela de febrero a marzo de cada año, matizada si hay viaje a alguna de las capitales del VI Naciones, que este año, menos exótica que las célticas, ha debido olvidar y puntualmente le recuerdo. Sin embargo estas ausencias vespertinas me cuestan, además, algunas cenas y detalles apaciguadores. En fin.)

Hoy España, Rusia, Italia, Irlanda, Francia y Escocia. Al Central llego tarde. Me dicen que ha comparecido banda militar paracaidista: bien está dar cierto empaque a la ocasión. Las gradas como siempre: vacíos los fondos, concurridos los laterales y las praderas. Mucho frío, que no debe venir mal a los moscovitas, a los que esto debe parecer ambiente primaveral, salvo por la vegetación, ausente del terreno de juego, lo que no sé si es falta de numerario (ya sabemos que la gestión del rector Carrillo es ruinosa) o que el campo no da abasto con los entrenamientos del Colegio y sus variados y crecientes equipos, producto de ese revival tan bienvenido para el rugby madrileño. El caso es que los rusos anotan primero y parece que todo va a discurrir como siempre: igualados pero... Y no es así. Qué gratamente nos sorprende la selección. Qué desparpajo y qué dominio de todas las fases del juego. Algo dubitativos quince o veinte minutos, algún placaje errado y fallos en agrupamientos abiertos que se corrigen cuando anotan tres ensayos casi consecutivos gracias a un ritmo de juego muy vivo y a una continuidad envidiable atacando siempre los intervalos. Todo muy claro. Los rusos marcaron, sin embargo, terminando la primera parte (24-13) y se metieron en el partido, lo que, contra los comentarios que se escuchaban por ahí, vino bien a los nuestros para mantener la tensión. La segunda mitad mejor aún, hasta el 43 a 20 final (otra vez los rusos anotaron sobre el minuto final), para la tercera victoria española sobre ellos en toda la historia de nuestros enfrentamientos, tanto bajo colores soviéticos como actuales, dos en Madrid (ayer y en 1996 en plena crisis de tránsito de la URSS a Rusia) y una en Krasnodar en 2002.  La sensación es agridulce, sin embargo. Ganar llama la atención y atrae patrocinios y televisiones, no descubro nada. Todo pasa por ahí. Y si hay mimbres hay que aprovecharlos y no sufrir como los dos años pasados, que hicieron buena (con perdón) la gestión de Potorro Mandado. 

No fui puntual porque aparcar en la Universitaria los días de partido es una quimera y no fui con tiempo porque dejé instalado artilugio en el portátil para grabar desde una emisión en streaming el choque entre Italia e Irlanda del que pude ver unos minutos en directo. Luego lo seguí por @rutgerblume y compadres como @quieroserpilier y finalmente lo vi completo tras el Francia-Escocia. Como apuntó @rutgerblume los irlandeses, que se adaptan cual camaleón al juego del adversario y estudian sus flaquezas para dar el golpe fatal mediada la segunda mitad, obraron conforme al guión. Me da la impresión de que los romanos esperaban -inocentes- desempeño similar al del día de la retirada de Andrea Lo Cicero, y no. 3 a 26 y sin agobios: como si todo hubiera transcurrido según el plan de Schmidt, que sabía este partido era de mera preparación para lo que viene: Inglaterra sobre todo. Lo único que exhibieron los italianos fue defensa muy próxima y agobiante (el recurso de los que no tienen recursos) a riesgo de ser castigados por infracciones varias y algunos ataques en la 22 hibernia merced a los naturalizados McLean y Haimona al final de la primera mitad y del suplente Tommaso Allan al final de la segunda parte. Nada más.

A los italianos siempre les quedará Escocia, sin embargo, aunque ayer mostró cierta mejora pero solo porque Francia está oxidada y ha olvidado el arte de mirar a los lados. Qué pena. Si todo lo hubo de resolver el apertura Camille López (le dejo el acento por su origen) con sus patadas. ¿Y dónde queda la habilidad francesa para terminar jugadas que el propio Saint André atesoraba? ¿Dónde Blanco (gordísimo, en la grada), Lagisquet, Lafond, Esteve, Sella, Merceron, Penaud, Castaignède y compañía? ¡Ah no! que prefieren el tonelaje de Bastareaud, que ni juega ni deja espacios (es físicamente imposible) para jugar. ¿Por qué no alinean a seis o siete más como el monstruoso Uini Atonio y un buen zaguero, para que los rivales sólo puedan atacar la tercera cortina defensiva? En fin. Qué dislate. Así los escotos no tenían más que jugar rápido con sus alas para comprometer el esfuerzo francés, como hicieron, aunque sin más éxito porque aún les ciega la bruma de las Tierras Altas que les inoculó en las meninges el pernicioso Andy Robinson. Por ahí alaban a Bastareaud y hasta le denominan Man of the Match. Reniego. No. Nunca. Claro que gana metros cada vez que le dan el balón. Sólo faltaba, con sus 126 kilos. Pero no es eso. Francia se ha dejado llevar por la carrera armamentística (más tonelaje, más blindaje, más calibre) y acabará despeñada. A lo mejor da igual, si esto termina al final más cerca del circuito mundial (como le llaman los inventores, por más que guste sobre todo en las praderas del Medio Oeste) de Wrestling. A lo Undertaker o Hulk Hogan, que son los que recuerdo.

Y como ya he puesto la marcha rezongante hablemos de las melés. Quizás he visto un par de ellas conforme al reglamento. Puede que tres. Una en el Stade de France, que perdió el equipo que introducía porque Parra (que ya había salido al campo) introdujo inopinadamente como marca la norma y Kayser ni sacó la pierna para talonar (al fin y al cabo ¿qué es eso?) y dos en el Central. No más. La norma 26 sigue siendo obviada, despreciada, ninguneada no ya por los medios de melé, que hacen los que les dejan hacer, sino por todos los árbitros internacionales desde la retirada de Rolland. Cui prodest? A la melé no, desde luego; al juego como lo conocemos (conocíamos) tampoco. A esos que quieren asimilarse a otros códigos seguro. Y se equivocan. Esos códigos son más bien provincianos comparados con la extensión de rugby union y su público objetivo bien limitado. Sin melé no hay rugby union y el scrimmage o lo de los treceístas es una parodia. Los codiciosos de WR quieren renunciar a las arias y duetos  para exhibir ópera solamente con grandes coros, un Va pensiero o una Cabalgata de las Walkirias de principio a fin. Infumable. 

*La grande operone (de la carta de Wolfgang Amadeus Mozart a su padre Leopold, en referencia a cita del Kapellmeister Salieri sobre su ópera La flauta mágica, 31 de agosto de 1782). Quizás peyorativo.



El rugby en televisión

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Desde hace varios años el monopolio televisivo del rugby en España está en manos de Canal Plus. Durante unos años pudimos disfrutar de nuestro deporte en abierto en Teledeporte: Premiership y Heineken Cup, pero “el Otoño duró lo que tarda en llegar el invierno”, y como en todos los buenos sueños terminamos despertando.  No eran los que cumplían mejor los horarios, podías tener un Bath vs Harlequins a las cinco de la tarde, pero si un tenista uzbeco jugaba contra un tailandés en el Trofeo de Dusambé, capital de Tayikistán, y el partido se alargaba veíamos el Recreation Ground a las siete de la tarde, con cabreo, pero veíamos el partido, era la gracia de Teledeporte, sabías donde pero nunca cuando, como con las primeras novias, sabías que sería en el coche pero nunca cuando ocurriría, si ocurría.




Ahora Teledeporte nos da algún partido de la selección, alguno de clubes, final de Liga o de Copa del Rey, alguno que les apetezca o lo que sea.  Allí andamos, esperando que los programadores se acuerden del oval.  Las autonómicas también pueden dar algún partido, en Cataluña TV3 puede transmitir alguno de Santboi, si Perpignan llega a alguna final –ahora difícil en su viaje a las mazmorras de la Pro D2-, o algún partido de los Dragons Catalans del Rugby a 13.


En internet tenemos la labor encomiable de Emisiones Deportivas, partidos de División de Honor en Directo, y con una hemeroteca, a día de hoy, de 131 partidos, que irán creciendo con el tiempo.  Habitando en mi ignorancia, no entiendo porque ninguna televisión compra los derechos de estos partidos a la productora y los da en alguno de los canales de TDT, a cualquier hora, a los amantes del rugby no nos importa, hemos crecido con Teledeporte.


Pero volvamos al Plus y su control sobre el rugby televisado.  Primera premisa, si quieres ver rugby tienes que pasar por caja, el paquete donde ofrecen el rugby, Deportes + cuesta ahora 36,30 euros al mes, los primeros meses, después te lo suben, hablo por propia experiencia, tengo este y no pago esto ni de coña, hablo de unos 50 euros, con iPlus, ya que lo ves lo ves en HD.  Oye, que me bajo al bar a ver el partido, pues elige bien el bar, porque si hay fútbol difícilmente te dejarán ver el rugby, y ahora que hay fútbol todos los fines de semana, a todas horas y de todas las categorías estamos jodidos, siempre hay oasis, como más grande es la ciudad más oportunidades tenemos de disfrutar de locales que “pasan” del fútbol, recomendables los pubs irlandeses e ingleses, los de aquí dedicados al rugby, los otros prefieren el fútbol, tienen familias que alimentar y la cosa está muy mal para dejar de dar el Barça o el Madrid y que la clientela te llame friki.  No hablaré de las páginas en streaming, unas van y otras vienen, depende de cómo la pilles, de donde, de la velocidad de internet, de tu paciencia con los anuncios de chicas con poca ropa o sin ninguna –pero, ¿alguien realmente pincha en los links esperando ver algo parecido a lo de la foto?- y rezando para que no se corte cuando falte 10 minutos para terminar el partido, y los galeses estén con una melé a cinco metros, en Twickenham, para llevarse el Seis Naciones, no vale la pena meterse solinitrina para aliviar el dolor torácico.


La gente del Plus nos ofrece varias competiciones:


-Torneo Seis Naciones: Todos los partidos en directo, los mismos partidos en diferido, un resumen semanal con lo mejor de la jornada, hasta aquí perfecto.  Podemos escuchar los comentarios en castellano o en inglés, así que el rugby también nos puede servir para aprender o refrescar la lengua de la Pérfida Albión.  Los comentaristas del Plus son correctos, lo que creo que falta es algo más de “historia” del mundo del Rugby, les falta un Phil contando batallitas, mil historias, adornar el relato, ya vemos lo que ocurre en el campo, quiero que me hables del Gales de los 70, de ese partido donde las melés eran Guerras Mundiales, de la anécdota de ese medio melé francés, de mil historias de nuestro hermoso deporte.  En el mundo del rugby hay mucha gente que tiene blogs, webs, canales de Youtube o hace cualquier otra cosa para promocionar este deporte, sin ninguna repercusión, que les costaría a este par de comentaristas hablar de Blog de Rugby, de @RutgerBlume (dando una excelente información vía Twitter de rugby internacional), de @quieroserpilier (Mario Ornat, probablemente el tipo que escribe mejor de rugby en castellano), de @JuanCouselo (su currada con las estadísticas de la Liga, su gran información del rugby español) o de la Revista Veintidós.  Perdonen por los olvidos, no son intencionados, he escrito los primeros que me han venido a la cabeza, sé que no están todos, ni mucho menos.  Porque si la gente del Plus toda la información que dan es la del partido y la de su página web, apaga y larguémonos, hay vida ahí fuera, gente que ofrece información de gran calidad sobre el mundo oval, gente muy válida para promocionar el deporte, y les falta el empujón que podría darles la televisión.  




Parece que la forma de llevar los deportes en Canal Plus es esta, están ellos y nada más, está bien que se quieran promocionar, pero si el deporte llega a más gente, si se implica a más personas la afición crecerá, así lo veo, puedo estar equivocado, pero ya saben lo que se dice de las opiniones y los culos.  Contaré una historia; hace unas semanas estaba viendo un partido de fútbol americano –si, lo sé, nadie es perfecto-, la final de Conferencia entre Seattle y Green Bay, quien ganara iba a la Super Bowl, nevó en Madrid y se cortó la señal cuando faltaban 10 minutos para terminar el partido, Seattle remontó de forma espectacular y se llevó el partido, un partido histórico, y yo viéndolo por los gráficos de Yahoo Sports, bien, ellos no podían hacer nada, no llegaba la señal, ¿o sí?  Pues lo podrían haber hecho, el partido también se daba en un canal alemán, en el dial 322, en abierto, pero no lo dijeron, se pusieron a dar anuncios y nos dejaron colgados, todo porque no cambiáramos de canal, y por desgracia creo que esa es la actitud imperante en este Canal, así que no esperemos que promuevan el rugby, se promueven ellos, y eso no es bueno para nuestro deporte.


-Rugby Championship: Partidos en directo y resumen semanal, bien.


-Copa de Europa de Rugby: dan dos o tres partidos de la fase de grupos, y un resumen semanal de los partidos que dan ellos, ¿tanto cuesta dar un resumen de toda la jornada?  Nos gustaría ver a todos los equipos, no olvidéis que pagamos unos 50 euros al mes para ver vuestro canal, sería un detalle tener unos resúmenes más completos.  Dan cuartos de final, semifinales y final en directo.


-Test Matches: Hay partidos increíbles durante los Test Matches, ¿porqué no dieron el Inglaterra vs Nueva Zelanda?  ¿El Irlanda vs Nueva Zelanda?  Uno por jornada, ¿estás de coña?  Ni resúmenes de los otros, ni nada de nada, así nos quedamos.  Ya sé que deben ser más caros, pero me cobráis una pasta, no te quejes que por ese precio también ves el fútbol, pues ya me lo puedes quitar todo, ah, que no puedes, que va todo en el Paquete.


-Top 14: En TV5 Monde dan cada mañana de domingo un resumen de la jornada, después cuando la liga disputa sus últimas jornadas dan un partido en directo, y los partidos completos de Playoffs, semifinales y final.  Este canal puede verse en el Plus y en otras plataformas digitales.  Evidentemente Canal Plus no lo publicita y pasa de esta oferta extra a cero euros.  No beneficio económico, no promoción.


-Súper 15:Empieza este fin de semana, y no dan los partidos en directo, dicen que los dan en diferido, tres o cuatro días después de que se jueguen, en el mundo actual esto no es diferido, esto podría definirse como partidos históricos, collons, cuatro días después, 96 horas después, y durante la semana ni un maldito resumen.  Una de las competiciones más acojonantes –perdonen la palabra, pero creo que es la que define perfectamente el rugby del Hemisferio Sur- del mundo oval y dan los partidos 96 horas después y sin resumen de la Jornada.  Esto es maltratar una competición.  La suerte es que ahora dan los Playoffs, semifinales y final en directo.  Lo cierto es que no entiendo porque no los dan en directo, que cuesta más dinero, claro que cuesta más, pero pago unos 50 euros al mes para ver partidos actuales, no históricos.


Pero no todo es malo en el Plus, tienen muchas cosas buenas, que no escribo porque nunca terminaría este artículo y ahora no las recuerdo.  Lo mejor de su mundo Oval, su cuenta de Twitter, @rugbycanalplus , a veces da noticias de competiciones que no retransmiten!!!!  Me imagino que la llevará uno de los nuestros, un valiente anti sistema.

Saludos y disfruten del rugby

Notas sobre el breakdown

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Murió por una bala británica
Una vez vistos dos de los tres partidos del VI Naciones, los que corresponderían al antiguo V Naciones, voy a comentar con cierto detalle la novedad técnica (utilizada por los cuatro equipos pero con especial maestría por Galés e Inglaterra) que me ha parecido más relevante a la hora de ejecutar la jugada más importante del rugby moderno: el breakdown (podría llamarla rotura o punto de contacto o reagrupamiento, pero entonces parecería menos experto). Para los no iniciados o los más antiguos, el breakdown es el término coloquial que designa el período de juego abierto que se desarrolla inmediatamente tras un placaje y termina con la eventual formación y disputa de un ruck. Esta fase del juego se ha convertido en el Santo Grial del rugby moderno, ya que de la velocidad con la que se consiga sacar el balón va a depender, en gran medida, la posibilidad de encontrar espacios en los círculos de búfalos cafre (Syncerus caffer) en que se han convertido las defensas. Peor aún, se puede perder el balón y dar pie a un contraataque sin que se haya secado el mortero de la muralla defensiva, porque te han pillado con los calzones bajados. Así las cosas, las técnicas de conservación y/o robo del balón y los jugadores que las dominan ocupan un lugar central en la mente colectiva de Ovalia. Por sólo poner unos ejemplos: Warburton, O'Driscoll, MacCaw o Hooper. Sin embargo, el rugby no para de evolucionar y los partidos de este fin de semana han sido una muestra muy significativa de hacia donde nos encaminamos.

Se merecen a este respecto una mención especial, los medios de melée de Inglaterra y Gales: Ben Youngs y Rhys Webb. Ambos jugadores dominan una técnica que trata de conseguir no una salida rápida del balón, sino que pretende puntos fáciles desde el breakdown, disminuyendo, al mismo tiempo y en el mejor de los casos, los efectivos defensivos del contrario. No queda claro donde se originó la técnica en cuestión, se la disputan anglo-parlantes y francófonos, y no he conseguido llegar a una conclusión contundente sobre su origen. Así que, antes de pasar a destriparla para que puedan apreciarla los espectadores y utilizarla los que aún troten por el pasto, les doy los dos nombres para que utilicen el que mejor les convenga: la Grimace Marceau o el Indignant Wave-off.  


Youngs abriendo un balón desde un ruck, ¿O es Webb?

Una vez que conocen cual es la jugada, se la descompongo en sus fases principales, para que puedan admirarla o practicarla según su actual nivel de actividad rugbística. En primer lugar, debo subrayar que para una ejecución correcta de la misma es esencial, como casi todo en nuestro deporte:

La preparación mental 

El rugby, de acuerdo con el Documento del Juego, impone a los jugadores la "obligación fundamental de cumplir las Leyes y respetar los principios del juego limpio y la responsabilidad de respetar la autoridad de los oficiales del partido". Está claro que de este modo, no se llega a ninguna parte; de modo y manera que debe hacerse énfasis en la necesidad de ignorar esas tonterías y buscar de modo consistente, obtener ventajas injustas influyendo en el arbitraje, dejando de lado el juego del balón.  Por consiguiente, hay que insistir a todos los jugadores (medios de melée, en particular) que, por mucho que le hayan contado desde niños, al menor síntoma de disputa del balón en el contacto por el contrario, ejecuten sin vacilar la fase 1 de la Grimace:

El forcejeo  

El jugador que pretenda abrir el balón desde un ruck disputado no debe hacer esfuerzo por liberarlo él o dirigir a sus compañeros para que lo hagan, sino que deberá inclinarse en un movimiento bien coordinado sobre el balón, simular que lo agarra y proyectar violentamente los codos hacia atrás, dos y hasta tres veces, pero no más de cuatro. Dependiendo de la velocidad del jugador, puede ser aconsejable entre dos movimientos de brazos, realizar una cabriola o amagar con pisar al invisible infractor. La correcta realización de esta fase fija la atención del árbitro y puede llegar a provocar el ansiado golpe de castigo. Sí no es así, el jugador inmediatamente debe pasar a la fase 2:

 El señalamiento digital con vocalización

Es esencial que el jugador ignore el resto del juego, para conocer con precisión la posición del árbitro. Una vez localizado él mismo, deberá extender el brazo más próximo al balón en la dirección de éste, apuntando con el dedo hacia su supuesta posición, mientras que el otro brazo apuntará hacia el árbitro con la mano extendida, como reclamando ayuda. Las rodillas deben permanecer flexionadas, el torso paralelo al suelo y en la cara, debe aparecer una agónica expresión de sufrimiento por la injusticia que se está padeciendo. El movimiento nunca debe parecer preparado y debe ejecutarse con fluidez. Durante todo la oscilación corporal, el ejecutante deberá emitir un grito vocálico (se puede aprender mucho de los pastores al respecto) procurando centrar la mirada del ref en la monstruosa infracción del contrario. 

No es recomendable que la vocalización sea inteligible por el oficial del partido, como se ha demostrado en algunas partidos de simulación arbitrados por Nigel Owen, (probablemente por que no le gustan las efes) que al oír FUCK OFF, FUCKING FAGGOT!!! reaccionaba violentamente, aunque se conseguía fijar su atención en el punto deseado.. 
 

A estas alturas, si la Justicia existe, ya nos habrán pitado golpe de castigo, le habrán enseñado tarjeta amarilla a medio equipo contrario, estaremos a punto de patear y nos habremos saludado con una sonrisa pícara con algunos de nuestros compañeros;  pero si no es así, sin vacilar pasaremos a la tercera fase:

El aspaviento
Vista superior del aspaviento
Vista lateral
El no haber conseguido el objetivo de la jugada puede suponer un nivel de frustración al que el jugador no está acostumbrado, motivando un estado mental no adecuado para que vuelva a a dedicarse a jugar. Para ello, y con la finalidad adicional de oxigenar los pulmones, el ejecutante deberá abrir exageradamente los brazos, mientras girando hacia el balón se olvida del árbitro y se pone a jugar la pelota que misteriosamente suele estar disponible. El aspaviento para ser ser correctamente ejecutado deberá ser lo más amplio y ostensible de que sea capaz el jugador y se sugiere que no se haga con la mano abierta, sino que se cierren los dedos en forma de racimo, haciendo oscilar la muñeca arriba y abajo. Una vez concluida el wave off, continuamos con el partido de forma normal. Es decir, hasta que el capitán del equipo echa de menos The Wire y le pide al árbitro que se la ponga por la tele. 
 
Para terminar, decirles que el principio inspirador del Indignant Wave-Off puede generar otras muchas jugadas, incluso en el juego de los tres cuartos. Por ejemplo, si el zaguero tiene una posesión limpia y oportunidad de contraatacar con espacios y en vez de hacerlo, pega una patada que sale sin botar, debe dirigirse sin la menor vacilación al árbitro para pedir TMO por si un milagro ha hecho que el balón toque una brizna de tiza, y lo que era una cagada, se convierte en una ganancia de cincuenta metros. (Muchas gracias a Stuart Hogg por su creatividad)


Where the fuck are we going?

                                                       

De Cabbage Patch al South Stand

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La de Waterloo es la estación de tren de referencia. Porque ir a Twickenham en otro medio de transporte no merece la pena salvo que tenga Ud. aparcamiento reservado bajo el North Stand (y lleve su Bentley provisto de viandas para el picnic previo a la oportuna ocupación de las mejores localidades del estadio). Ello le haría privarse, sin embargo, del ambiente que se va respirando desde bien temprano en los trenes de la South West Trains, cargados de zamarras blancas y rosas y risas.

Tome Ud. el andén que se divisa desde debajo mismo del reloj de la estación y móntese en su convoy en dirección a Reading. Será improbable que se pase de estación: siga a la prietas filas de aficionados ingleses y se encontrará Ud. en la que exhibe orgullosa el subtítulo de Home of England Rugby.


Desde allí, apenas en un par de minutos, nuevamente como Vicente (donde va la gente), divisará el que se intitula The Cabbage Patch declarado "famoso pub de rugby" y con razón: es cita obligada en el camino (de rosas) como primera parada y fonda antes de llegar al antiguo campo de repollos, donde se ubica hoy el estadio y del que toma el nombre el garito. El sábado al mediodía rebosaba de hinchas dispuestos a ingesta inmoderada de cerveza y a disfrutar de lo que iba a venir, bajo banderas flameantes de las seis tribus en contienda, que aquí se usan más para averiguar con quien se debe confraternizar que para estériles polémicas.  


Así que, bajo tales enseñas, @_nachohernandez (cuyo periplo profesional le tiene en las islas brumosas en pos de las mejores fotos del intrarugby, y ocasional beneficiario de entradas que tenían, en principio, otro destino) y yo mismo disfrutamos de nuestras primeras dos pintas de Guinness, mientras empapábamos con lo que es propio a cada órgano, oído y estómago, y dilucidábamos si hamburguesa o roasted pork, para empezar. Debate de altura, va de suyo, en el que el simpático sus scrofa obtuvo unánime adhesión, con torreznos británicos por encima, lo que señalo porque uno, que ha sobrevivido a hamburguesas amigas de Creuztfeldt-Jakobs en el Loftus Road Stadium del Wasps campeón de 1996, tiempo ha pasó la prueba para echarse al coleto ciertas cosas.

La cercanía de eso que algunos dan en llamar "la catedral", sólo porque al florido Ramón Trecet se le ocurrió compararlo en lejana ocasión con San Mamés, y que el aficionado inglés llama Twickers o HQ, se anuncia con escultura casi boteriana, alegórica del lance del saque de lateral, donde innumerables entusiastas posan para su posteridad. Allí disolvemos momentáneamente la compañía para que el señor fotógrafo despliegue su arte, que luego nos lleva a filosóficas sentencias sobre la memoria y la imagen antes de ordenar, ya en el venerado recinto, nueva ronda de fermentadas, en uno de los atestados bebederos que bajo el nombre de Thirst surten a la alegre concurrencia. En nuestra barra, por cierto, se prodigaba con cierto éxito un rioja Ramón Bilbao exhibido en botella magnum cuya presencia en la Pérfida me alegró un tanto más.



Trasegada la pinta de rigor, y acomodados en el South Stand, con muy buena perspectiva del campo todo (¡@divertisrugby nunca falla!) impresiona Twickers. Sí: tiene un no-sé-qué más solemne, llámenlo elgariano por lo del Land of Hope and Glory, si quieren, que seguramente tiene que ver con ser la sede de los inventores y que  no se atisba en Murrayfield, Lansdowne Road o el lugar antes llamado Arms Park, usualmente más gratos a los españoles de todo origen, credo, nacionalidad o filiación, unionistas o secesionistas, por aquello de las resistencias, los perdedores y la lágrima romántica a la que somos tan dados por habernos creído los clichés que nos han ido contando. No piensen que me he pasado al bando lancastriano, no. Son, nada más, sensaciones de observador que recordaba una Pilkington Cup (y no es lo mismo, claro) en la misma sede, y que ya ha pasado por los campos de las Home Unions.

Inglaterra v Italia 14-2-2015

Impresiona digo, y a favor (¡siempre!) del partido in situ, con luz natural y sin techumbres, y añado que la voz de la bella soprano queda totalmente amortiguada por la coral de 80.000 voces que desean parabienes a su reina, lo que es de agradecer para quien recuerda el Torneo sin tanta alharaca.

El partido ya se lo han contado en su faceta puramente deportiva, así que siguen apuntes de mi interés que hubiera ido enviando de no quedarme sin batería en el móvil: solamente en 1996 había anotado Italia tres ensayos a Inglaterra, cuando nada más se sugería su pertenencia al club de las V más I Naciones. El sábado uno muy trabajado, el primero de Morisi (el eterno Bergamasco, detrás, por si acaso) y dos por fallos defensivos ingleses (soft defense dice Lancaster), amago de Parisse que Brown no intuye y el segundo de Morisi, esquinado y que no ofreció duda aunque el ref tuviera que consultar innecesariamente al TMO. Pero Italia, este año, no tiene nada: Escocia debe ganarles con holgura. Kelly Haimona no me gusta. No hace falta ir a buscar a un apertura medianía de Bay of Plenty para que marque algunos puntos frente a Samoa en noviembre y anule a sus propios tres cuartos, ya bien limitados, en febrero. Falló sus patadas, es totalmente romo en ataque y solamente sus 114 kilos le sirven para aguantar a la tercera contraria, lo que también hace Ford, el inglés, con treinta menos. Los locales, menos fieros que en Cardiff, pero demostrando que tienen madera: Ford muy bien al pie (todas sus patadas a palos, dentro, y las tácticas, precisas) y a la mano: el primer ensayo de Joseph fue ejemplo de control del juego por un apertura, ligero amago, mantiene el balón y pase cuando el centro tiene el hueco (¡sí, el espacio!) a su disposición. Hay quien lo aprovecha, como Joseph en sus dos ensayos, bienvenidos, y quien busca carne y se estampa (los paquidérmicos). Finalmente los Vunipola. No es que me gusten por su contorno de delanteros a la vieja usanza -son cosas de Statler y Waldorf en su palco-, es que saben jugar. Haría bien Lancaster en usar a Mako desde el principio y de Billy, cuyo ensayo es merecido, si bien no vimos claramente el posado, poco cabe decir: destroza la defensa de terceras y centros rivales y su juego posicional ha mejorado sobremanera. No diré que cubre el campo a la Deano Richards, pero casi. Lo que vale tanto como su potencia.

Phil antes de quedarse sin batería. Foto de @_nachohernandez

Así que será el primero de marzo cuando irlandeses (vimos en la fan zone, con sendas pintas adicionales una buena parte del partido frente a la desesperante Francia de Bastareaud) e ingleses diluciden la supremacía. Reciben los hibernios y eso les da ventaja, pero tienen ganas los ingleses. Si confían en los centros de Bath, mejor para ellos.



Shoulder to shoulder...

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En 1986 no existía el himno que da forma a la reunión de ambas Irlandas. Y digo que da forma porque de hecho en estas lides lo han estado siempre, a pesar de los recelos de los amantes del fútbol gaélico y su aversión por el "deporte extranjero". En 1986 apenas se acaba de iniciar la costumbre, que hoy nos parece centenaria, de hacer sonar el himno del país visitante, cuando lo usual era que en Londres se cantara a la Reina; en París a la Revolución, en Edimburgo a la bravura y el arrojo y en Cardiff a Owain Glyndŵr, el padre de todos. En Dublín los aficionados de Derry o Ballymena guardaban, sin embargo, respetuoso silencio con las notas del himno de la República, más bien interpretado para honrar al presidente de turno que otra cosa. Eran tiempos, en fin, en que la formación era circular y más que a solfeas y semicorcheas se atendía a las últimas y restallantes consignas del capitán.


En 1986 Irlanda jugó y perdió en el viejo Twickenham de gradas verdes y bancos corridos de madera que aún daban asiento a una buena parte de aficionados. Eran años de obsesión inglesa por su Grand Slam de 1980, que veían ya lejano y casi irrepetible. Como lo fue hasta que el experimento Carling, iniciado en 1988 cuando optó por la RFU en lugar de su regimiento de fusileros, fructificó. Sin embargo, en 1986 no se vislumbraba lo de 1991 y 1992. Se trataba, más bien, de evitar el trofeo de madera. Y la victoria de ese año frente a Irlanda solamente fue un espejismo, reflejo cristalino de la remodelación de una delantera que, años después, se probaría valiosa: Wade Dooley, el bobby de 205 cm., el jovial pero ariscado Gareth Chilcott, el veterano Maurice Colclough y los eficaces Gary Rees y Peter Winterbottom. Juego de diez jugadores, nada más, con Rob Andrew siguiendo consignas estrictas de Nigel Melville, el top brass del rugby de los Eagles a día de hoy. Ganaron 25 a 20, merced a un ensayo del zaguero-que-pudo-ser-galés Huw Davies (tan poco querido por el Martí Perarnau que entonces comentaba los partidos de TVE) y tres de la delantera inglesa, posados dos por el debutante de medias caídas Dean Richards y otro de castigo que también hubiera posado el de Leicester. Los hibernios, en 1982 y 1985 campeones, dependían en demasía de sus partidos en el añorado Lansdowne Road y ese año les tocaron malas salidas: Londres y París (29 a 9 para Blanco y compañía), lo que les dejó maltrechos para recibir a escoceses (9 a 10) y galeses (12 a 19). Lo pasaron mal el consultor Lenihan, el doctor Spillane, el letrado Ringland o el comandante Fitzgerald un par de años. Tanto como los ingleses en Murrayfield este 1986 (laminados 33 a 6 por la Escocia de Roy Laidlaw- sí el tío del Laidlaw de hogaño- y 29 a 10 por la Francia de Charvet, Sella y Blanco, esa que Bastareaud oculta bajo sus desmesurados lomos), pero poco, sin embargo, en comparación con 1987, en Dublín, cuando los irlandeses se resarcieron con un 17-0 que parece exiguo, pero que llevó a Inglaterra a su peor momento en abril de ese año, cuando se jugó (y evitó) la Cuchara de Madera con una Escocia que el año previo había ganado el Torneo y cuyo desenlace yo vi en un pub inglés de Tenerife y que me costó, además de algunas palabras altisonantes con un par de aficionados de la Rosa, la querencia que me tenía entonces una rotunda hembra que se sintió postergada por el oval. Acabáramos.

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Nada que ver con 2015. Con el sábado próximo. Otra era, casi en términos geológicos si nos circunscribimos a nuestro Rectángulo. Se la juegan ambos en Dublín este próximo 28 de febrero. Ya saben con quien están mis simpatías.

Winter Saturdays

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Los sábados del invierno (que en este caso se aleja) son así.

 

Hibernios y garibaldinos

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Henshaw anota para Irlanda

Los irlandeses nos prometen, galeses y escoceses mediante, triunfo en el Torneo. A lo que parece solamente los galeses podrían evitarlo, aunque los veteranos sabemos que los finales inesperados son abundantes. Tanto como los que han dirimido italianos y caledonios en 2014 (aquel drop goal del fornido Duncan Weir en el último segundo en Roma) y ayer, cuando los cambios tácticos en la primera línea local parecieron salvar la jornada para los de San Andrés. Y no fue así. Los garibaldinos tenían aún fuelle para un último asalto y lo aprovecharon para el 19 a 22 final. De hecho su planeamiento táctico fue exquisito, si este calificativo cabe en tamaña batalla, porque dejaron durante todo el segundo tiempo la iniciativa al ataque escocés, renunciando a disputar cada fase abierta del juego en la que tuviera la más mínima ventaja Escocia y disponiendo una defensa superpoblada y al borde de la frontera del castigo que desesperó y agotó a Greig Laidlaw y los suyos. No lo vieron, cuando fue la razón de que el juego vivo y a los espacios que tratan de desarrollar no diera fruto alguno durante esa mitad. Los italianos aguardaron y pastoreados por Sergio Parisse encontraron el camino al final del partido. Yo creo que es mejor equipo Escocia, que tiene más que ofrecer y que sus estructuras superan con creces a las de Italia, pues su escuadra no deja de ser una impostura, lo que digo con el respeto que me merece precisamente su capitán, 111 caps y solamente 31 victorias en su haber, un "ocho" que en otra selección sería considerado a la altura de un Zinzan Brooke o un Jean Pierre Bastiat. Sin embargo la luz de Italia es la de satélite iluminado por astro cuya rotación impide que toda su superficie la vea, de modo que en su cara oculta semeja más a Rumanía o ¡incluso! España que a los poderes inamovibles de la IRB, los ocho grandes que nunca cambian. Por eso depende tanto de patrocinios, ayudas y naturalizados, porque necesita el relumbrón en su cara visible, para mantenerse en el lugar en que los patrones de ese club de negocios que es la IRB y la subsidiaria que gestiona el VI Naciones, decidieron ponerla por aquello de los estudios de mercado. Dicho sea con todo el respeto, repito. Así que, en su papel de outsider, ya ha logrado la victoria que de ellos cabe esperar de vez en cuando -dos, como en 2013, son portento- para justificar su parte en el Torneo. Sea, y que sirva de acicate a los deprimidos escoceses para los que una distancia de sólo siete victorias más respecto de sus rivales de ayer y en cómputo con todos los demás participantes, desde que el Torneo lo es de seis naciones, se antoja escaso bagaje.

El resultado de Dublín, sin embargo, era esperado. Cualquiera que se haya tomado la molestia de comparar el desempeño de Inglaterra en el otoño pasado y su dos primeros partidos (excepción hecha del feroz segundo tiempo frente a País de Gales) y el de Irlanda, lo presagiaba. Sin desmerecer a los ingleses, que son equipo en construcción. Los de Lancaster presentan notables virtudes (su tercera línea titular y el recuperado y redivivo Nick Easter y los centros de Bath) y ausencias que merman su calidad (en la segunda línea sobremanera, de manifiesto en al menos tres melés y en ese lateral robado por la torre Toner; en ambos lados de la melé, porque no está Wilson, que me parece superior que Cole, y a la izquierda Marler flaquea) y en proceso de asentamiento (ya veremos si llega) de George Ford: no es lo mismo jugar con Italia y dominar a Haimona y secuaces, que a Sexton y compañía, como habrá podido comprobar. Por contra Irlanda tiene a Joe Schmidt (¡diez victorias!) y un equipo hecho, en el que los nuevos entran sin estridencias a cumplir con el plan meticuloso del neozelandés y en un mecanismo engrasado y a pleno rendimiento. Justo el 19 a 9 e interesante partido. Y qué bisoñez la de Twelvetrees en el que podía haber sido ensayo para poner en apuros a O'Connell y los suyos. Bien pitada la obstrucción en el embate final de los ingleses, que en cualquier caso necesitaban más de lo que podían ofrecer para ganar. Sucede que la Premiership es abundante en recursos y los lesionados se han de recuperar y acaso, que tienen el punto de mira en la Copa del Mundo más que en el VI Naciones. Cuidado, que en 2003 los de Johnson ganaron ambos torneos, como ya no podrán hacer los de Robshaw y en el partido entre ambos contendientes, también en Dublín, destrozaron a los anfitriones por 6 a 42. Tal que así.


Irlanda a la espera

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Donal Lenihan carga en Cardiff, 1985


Fue un día soleado, comentaba esta mañana con Daffyd. Él también lo recordaba, que estuvo allí. Le cuesta, sin embargo, mencionar el National Stadium. Sonríe, claro, cuando exclamo ¡Arms Park, Arms Park! y no me falta razón, que la disposición del mismo, paralelo al viejo campo del Cardiff lo hacía asimilable por metonimia. Además, la grada del fondo nororiental aún lucía abierta y sin asientos y permitía ver las viejas casas de ladrillo ennegrecido de Westgate Street

Lucía el sol, digo, aquel 16 de marzo de 1985, lo que -lugares comunes aparte- no es frecuente en esas fechas. El día era, ya digo, glorioso. Uno de esas tardes refulgentes en las que el griego Helios ha derrotado al siciliano Eolo y va secando lentamente el precipitado de las nubes que aquel movió a su antojo durante la mañana y que a la sazón embarraba el Rectángulo Único aún a las 14.30, hora precisa en que el difunto Kerry Fitzgerald, Aussie venido de lejos a pitar el V Naciones, dio por principiada la lid. País de Gales sufría por aquel entonces el Síndrome de Bennett, a veces llamado Mal de Edwards o más comúnmente el Desvarío de las Patillas, cuya clínica es recurrente: sudoración fría y temblores posteriores a alucinaciones en las que los vestidos de rojo sueñan contrapiés imposibles, cambios de ritmos electrizantes y cruces y saltos infinitos mientras galopan sin esfuerzo por los verdes valles del Sur de su pequeño país. En su variante más grave y recidivante los pacientes atribuyen las sobrehumanas capacidades que adornan tales ensoñaciones a las pobladísimas porciones de barba truncada a la altura de la mandíbula, que dicen enmarcan sus rostros. Esa epidemia, que lo fue, les tuvo postrados al menos hasta 1988, de modo que el día de nuestra glosa los Watkins, Perkins, Norster, Moriarty, Pickering, James, Wyatt, Davies, Holmes, Eidman, Morris, Ackerman, Titley, Whitefoot y Ring no tenían los pronósticos a favor. Además los hibernios visitantes habían ganado a la Escocia campeona del años anterior (13 a 10) y habían empatado (15 a 15) con la Francia que aún sabía jugar de Blanco y Lagisquet, de modo que una victoria les había de dejar expedito el camino al campeonato (sin Grand Slam, eso sí) y a la Triple Corona, Inglaterra mediante una quincena después. Irlanda, además, se tomaba cada victoria como un acontecimiento en sí mismo, sin más implicaciones, no en vano el éxito de Ollie Campbell y sus catorce compañeros en 1982 era excepción en una historia de empeños más bien infructíferos desde 1948. Así el regocijo siempre es mayor, y los quince audaces, desde luego, inmunes al pánico escénico de sus adversarios. Debutó en el V Naciones Brendan Mullin, que formaba en el centro de la línea con Michael Kiernan (sobrino de un excelso zaguero irlandés), pareja de centros poderosa, y salvando las diferencias de la era pro, con similitudes evidentes con la de BOD y D'Arcy. Entre los tres cuartos acompañaban a aquellos Paul Dean, sustituto del mítico apertura Campbell, Keith Crossan, un ala que por su tamaño hoy estaría excluido del rugby internacional, y el letrado del Ulster Trevor Ringland, todos respaldados por Hugo McNeill allí detrás. La legión de los gordos formó con una delantera sólida, compacta y experimentada: Orr, el comandante Fitzgerald, McCoy, Lenihan, Anderson (el segunda al que el estrambótico General Leopoldo Fortunato Galtieri quiso fusilar), el doctor Spillane, el comentarista por venir Matthews y Carr, un tercera del que hoy se reiría un centro de peso mediano. Por la envergadura, que no por el juego, aclaro.

El partido tuvo todo el color irisado que el sol de media tarde proporcionó al viejo estadio, pero historia menos, porque los irlandeses, con ensayo temprano de Ringland, dejaron las cosas claras y movieron a los galeses a su entonces habitual ejercicio de introspección y búsqueda de ancestros, con el resultado que era de esperar: 9 a 21 para Irlanda, tras la nueva marca de Crossan y las patadas que pasó Kiernan. Y sí, los irlandeses iban a ganar a Inglaterra, y a conseguir el Torneo y la Triple Crown, algo con lo que entretenerse hasta 2004 para el trofeo y hasta 2009 para aquel, en el inolvidable año de su Grand Slam.

A la fecha, pasado el Rubicón pro, ni los galeses padecen aquellos males ni los irlandeses son aquel simpático underdog del Torneo, pues entre ambos se han regalado triunfos en las dos primeras décadas del siglo que quisieran para sí ingleses y franceses. El sábado Irlanda puede recordar lo de 1985, cuando ganar en Cardiff era un verdadero éxito; rememorar al extraordinario capitán que fue Fitzgerald y dejarse el camino franco para conseguir su tercer gran triunfo. Veremos. 

Aquí les cuentan lo de 1985 con acento local y entusiasmo de la verde Erín.

San David, San Jorge y San Patricio

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Hay querella santoral. Dai, George y Paddy se la juegan en la última jornada, a la que hace tanto que no concurre Andy, que puso en apuros al viejo enemigo en casa, para sorpresa de propios y extraños, pero no de todos, que hay quien viene diciendo que hacen el juego más abierto y vistoso del torneo. Acaso la querella se apacigüe hoy, día de Paddy, el hibernio que dicen nacido en Cumbria o quizás en Cimbria, de modo que a todos atañe, incluso a Andrew, si es que tomamos Cimbria por la del norte, la de Dumbarton Rock, allá por Argyll y, claro, en el siglo V, cerca del firth of Clyde.

Que lo de Cardiff del sábado fue notable ("homérico" dijo Daffyd con el retintín adecuado para un fordiano como yo), es menester reconocerlo. Los galeses han recompuesto sus filas después de la desilusión de la primera jornada y Warburton los conduce por verdes valles. No será difícil la visita a Roma, visto lo visto en el Olímpico el domingo, así que para acumular puntos lo tiene todo a favor. No como los hibernios en Edimburgo, pues si parecía, sin razón, que los de San Andrés iban a ser vapuleados en Twickers, hay que contar con que a los metódicos visitantes esmeralda les cuesta anotar en la marca más de lo debido. Los escotos deben ganar para evitar la Wooden Spoon, y los irlandeses también, con un ojo en Roma y otro en Londres, para tratar de llevarse un torneo huérfano de Grand Slam. Igual que los ingleses, que reciben a una Francia con más moral de la esperada tras reducir a Italia a la insignificancia.

No me voy a perder en la estadística puntillosa (¿cuántos ensayos para ganar...?) que doctores tiene nuestra secta. Aventuro, llanamente, que País de Gales lo tiene todo a favor, porque Francia no se va a dejar, no. En Londres se motiva sobremanera (¡le Crunch!) pues en esa visita no solamente juegan Dusautoir y compañía, sino que se hacen acompañar de la resistencia de Casque d'Or Rives, la fuerza del Oso de los Pirineos Paparemborde, la habilidad de l'express du Bayonne Lagisquet y la inteligencia de le petit caporal Fouroux. O así era, antes de Bastareaud. A su favor solamente el horario, pues los galeses, que tienen inusitado partido mañanero y los irlandeses, en horario tradicional, esperarán a ver el desenlace londinense para saber. Como nosotros. Mientras tanto, hoy, invita Paddy. Feliz San Patricio.


Homeric!

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Homeric!

Michaleen Oge Flynn, borrachín y de natural escéptico, hubiera calificado la ocasión con su adjetivo favorito: homeric! Yo también, bajo los efectos del arrobamiento propio del momento, la ingesta de fermentados de diversa graduación, la emoción del resultado, las variadas combinaciones que habían de dar el triunfo a unos u otros y demás zarandajas acontecidas en una jornada de rugby en la que, gracias a los medios técnicos que lleva consigo Blakeway (siempre bajos de batería, eso sí) seguí mal que bien cuatro partidos. No son al caso tales medios, pues la presencia del dueño del panfleto en determinada sede fue de riguroso incógnito -dice que algún día lo contará- y consecuencia de azarosas circunstancias. Solamente algún connoiseur sabe. Afortunadamente quien no debe no le sigue en la red del mensaje escueto, que bastante riesgo asumió cayendo en la tentación de tanta charla sobre la jornada. Ahí está la prueba inculpatoria, por tanto, contra la que solo cabe coartada, poco plausible, de pirateo. Allá él. 

En fin, a lo sustantivo ahora. Que el momento fugaz nos oculta la realidad del Torneo, que no ha sido bueno. Olviden sus preferencias por un instante, como yo, galés de pro, hago ahora. Fíjense en el rugby practicado. O mejor, en lo que pudo ser a tenor de la endiablada y disparatada jornada final. Resulta que hay jugadores que saben manejar, que querrían usar el balón y pueden y quieren aprovechar los espacios. Que la falta de práctica les niegue la excelencia va de suyo y habrá que culpar a entrenadores pacatos y a alicadoos celosos del control del medio. Que los adjudicatarios del trofeo de madera hayan sido los que más han querido atacar es signo de los tiempos. Y digo que deben perseverar, que la derrota no les apabulle porque su fe es la correcta, que miren más allá, a medio plazo, si la gris amenaza de la inmediatez no se lo impide. 

No recuerdo haber visto tantos ensayos en una jornada de VI Naciones: los primeros los de Roma, a través de la BBC, lo que no deja de ser un alivio, pues, al contrario que Phil (siempre conectado a la emisora pública británica) en mi remoto habitat de la montaña palentina solo acierto a ver, limitadamente, algún partido por el canal de pago por excelencia, cuando me dejan, y les digo, señores, que suelo pedir que quiten el volumen de la emisión. Y es que Butler o Nicol o Matthews resultan una bendición por comparación con los reiterados lugares comunes de MMM y Cía. Ayer la madrugadora emisión comenzó con todos pendientes de la aritmética, más aún con el festival  de mis dragones durante el segundo tiempo. Tengo la impresión de que hubieran podido anotar más, pero quizás sea voluntarismo galés, pues, acabado el partido y no obstante la ventaja sabía que los del hombro con hombro iban a dar cumplidísima cuenta de los del tartán. O'Connell, con su primer ensayo no me desmintió, pues imauguró el camino hacia el 10 a 40, al final suficiente. Reconozco que la melancolía me pudo durante el resto de la jornada, para agonía de mi acompañante que deseó haber tenido otra compañía, pues ni lo de España frente a Alemania (me decía que desde 1986 -50 a 0- no se había cosechado ante los teutones un resultado tal en el Central) ni luego lo de Twickers, me sacaron de ese estado. En realidad la cita londinense para la que nos confabulamos sí, mediado el segundo tiempo, que no era cosa de dejarse llevar y pretender que una supuesta victoria inglesa no nos iba a afectar, así que he de confesar los gritos de consuno de allez les bleus, por más que un 55 a 35 sea derrota aplastante y el atisbo de rugby beaujolais (que de champagne nada de nada) se apagara como las ideas del enésimo apertura francés y de su desafortunado entrenador. ¡Y pensar que Saint André fue autor de uno de los mejores ensayos franceses de la historia del Torneo, en 1991! Vimos a Blanco muy inquieto en su asiento, no sé si por vergüenza del XV del Gallo o porque su volumen no encuentra buen acomodo en las butacas del estadio richmondiense, pero seguro que recordó el pase a Lafond, Sella y Camberabero, su doble patada y el ensayo del hoy entrenador. Ni atisbo de esa Francia, cuarta de nuevo. Como dice Phil, o tempora, o mores.

Lo mejor la emoción de esta última jornada, y el número de ensayos y que los irlandeses y Mr. Flynn quedan satisfechos. No voy a discernir más, que lo próximo serio será la Copa del Mundo y allí, afirmo, ni Inglaterra ni Irlanda son suficiente para neozelandeses y africanos de El Cabo. Al tiempo.




Citas 34

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"In 1823, William Webb Ellis first picked up the ball in his arms and ran with it. And for the next 156 years forwards have been trying to work out why". ("En 1823, William Webb Ellis tomó el balón con las manos por vez primera y corrió con él. Durante los siguientes 156 años los delanteros han estado preguntándose la razón".)

Sir Tasker Watkins. GBE. VC. Vicepresidente del Tribunal Supremo de Inglaterra y País de Gales. Presidente de la Welsh Rugby Union (1993-2004). Noviembre 1918-Septiembre 2007.

Por más que el honorable (Right honourable, como corresponde a un Deputy Lord Justice ganador de la Cruz Victoria en la Normandía de 1944 y Caballero de la Gran Cruz de la Orden del Imperio Británico) haya sido dechado de virtudes, no era, ya se ve, ajeno a la fina ironía que se gastan los medios de apertura, que lo fue, con nosotros los fuertes y joviales. Y virtuoso al modo romano, virtus, dignitas, severitas, dulce et decorum..., a pesar de esa frase de 1979, de larga y feraz carrera, premiada con éxitos de toda índole, y con una estatua en la Puerta C del Millennium que habrán visto los que por Cardiff han pasado y que a mí me mostró Daffyd Davies, con prolija explicación de las hazañas de Sir Tasker. No es para menos. Lo cierto es que vaya tipos memorables que lucimos entre los de nuestra fe. Que en 1939, cuando el cabo alemán de ridículo bigote tenía de rodillas a media Europa,  nuestro hombre se enroló como soldado raso para echar una mano en lo que se avecinaba, acaso sin sospechar que desde entonces y hasta el final de la Phoney War, medio gabinete de Chamberlain quería llegar a un acuerdo con los alemanes, algo que Churchill, a la sazón Primer Lord del Almirantazgo impidió, en fechas en las que Tasker ya era Segundo Teniente del Welch Regiment.


Dicen que Graham Henry, neozelandés pero al fin nacido en un viejo Dominio de la Reina, tenía dada orden de que se exhibiera en un gran póster en el vestuario de los Dragones la citación que acompañaba a la concesión de la Cruz Victoria a Sir Tasker y que motivó su ascenso al grado de Mayor. Decía así:


"El 16 de agosto de 1944, en Barfour, Normandía, Francia, la compañía del Teniente Watkins sufría mortal fuego de ametralladora  mientras avanzaba por campos de maíz sembrados de minas. El único oficial vivo, el Teniente Watkins encabezó una carga a la bayoneta con sus últimos treinta hombres contra cincuenta infantes enemigos, eliminando prácticamente a todos ellos. Finalmente, al anochecer, y separado del resto de su batallón, ordenó a sus hombres dispersarse y tras cargar solo y eliminar un nido de ametralladoras enemigo, los llevó a lugar seguro. Su extraordinario liderazgo no solo salvó a sus hombres sino que influyó decisivamente en el curso de la batalla."

Palabras inspiradoras y genuina admiración por el Presidente de la Welsh Rugby Union de Mr. Henry. No le faltaban motivos. Brillante en su vida y obras Sir Tasker. Galés de pro. Uno de los nuestros.
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